Emilio Botín: "La cosa está mu malita" o (De cómo salvé al mundo de la crisis mundial, y 4)


El mayor bingo del mundo está situado en una colina perdida y privada en el interior de Santander. Y es propiedad del archienemigo del agente Aznar: el conocido hombre de los talonarios de oro, Emilio, alias Botín. De hecho, en cuanto entramos en el local, el propio Botín baja las escaleras a recibirnos, sonriendo, con las gafas de sol puestas y con una rubia colgada de cada brazo. Se nos acerca y dice: Un momento. Antes de que lo diga, quiero transmitir al lector parte de mi pasmo y de mi sorpresa cuando me di cuenta de que él (Emilio) es él (y no digo su nombre, para que cause más impacto cuando él diga: —Pecadorrrl. Te et-taba ep-perando. ¡Eres un cobarde! ¿Esperas ganarme a mirl? Aznar sonríe y asegura que ha venido "a salvar al mundo de la mayor crisis mundial desde la última crisis mundial". Botín se ajusta la corbata y dice que en su bingo "sólo gana la banca. ¡Fistro! Y si no me crees, vamos a jugar UNO CON-TRA UNO. ¡Cobarde!"

El resto, en Libro de notas. ¡Hasta luego, Lucas!

Por cierto, pecadores de la pradera, os recuerdo que podéis seguir comprando mi fistro de novela en ese peazo de Bubok.


 
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José María Aznar: "Para solucionar la crisis del Alakrana bastaba con invadir Iraq otra vez" (o De cómo salvé al mundo de la crisis mundial, 3)


José María Aznar nos recibe en su despacho de la Universidad de Georgetown, mientras toma una copa de vino y juega al Gran Turismo 4 en la Play. En cuanto se estrella contra un hospital, apura la copa, se gira hacia nosotros y musita, apenas moviendo los labios debajo de lo que no hace mucho fuera un bigote y ahora es un bigote con depilación brasileña: “¿Alguien quiere un vinito?” Gorbachev, Merkel y yo rechazamos la oferta: el vuelo en el batcóptero ha sido, digamos, poco agradable. Al parecer, el aparato se resiente del peso, al estar preparado para un superhéroe adulto y otro adolescente, y no para dos líderes mundiales con tendencia la redondez y un redactor obeso y con gases. La canciller alemana le explica para que estamos aquí, o sea, allí: “Necesitamos que vayas bingo y saques al mundo de la crisis gracias al método infalible que ha diseñado Mikhail”. Aznar se queda pensativo. Se abre otro cartón de tintorro, se sirve una nueva copa y explica que sus tiempos de “salvar al mundo ya han pasado. No sé si estoy preparado para otro… Iraq”. Su rostro se oscurece mientras explica cómo trajo “la democracia a un país atrasado que se acabaría convirtiendo en uno de los motores de la economía mundial. Sólo hay que ver cómo está Iraq ahora: hay un McDonalds, dos cortesingleses, un Ikea y una renta per cápita comparable a la de Suiza. ¿Y cómo me lo agradecieron los socialistas? Robándome el gobierno que le di en herencia a Rajoy. Sí, robar. ¿Nadie leyó El Mundo entre 2004 y 2007? Ahí se explica todo. Lo del ácido bórico, por ejemplo: Zapatero lo colocó en una oficina de la Renfe. Está clarísimo”.

El resto, en Libro de notas


 
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Angela Merkel: "Yo sólo soy la líder del gobierno alemán, a mí no me preguntes" (o De cómo salvé al mundo de la crisis mundial, 1)


Angela Merkel nos recibe en su búnker, donde tiene apiladas latas de conservas, máscaras antigás, bidones de agua, un par de rifles, un gusiluz y varios paquetes de gominolas. “Lo siento —dice a modo de recibimiento, mientras ordena el botiquín—, pero no soy nada optimista: lo peor está por llegar”. Según nos ha asegurado su médico, revivir la caída del muro le ha recordado a la cancillera alemana la etapa que vivió en la RDA, produciéndole el llamado Síndrome de Merkel, caracterizado por un pesimismo exacerbado. “Sé que no es lo que se lleva —afirma—, ahora que todo el mundo dice que las cosas están a punto de estar a punto, pero lo cierto es que se nos viene una encima que sólo de pensarlo me tiemblan las rodillas, mira, mira”. Y es verdad, le castañetean como dos patatas con parkinson. Sus previsiones son contundentes: “Me parece inevitable que el paro llegue al 42 por ciento antes de diciembre. En seis meses estará en el 130 por ciento, ya que no habrá ni siquiera tareas del hogar suficientes para todos. Esto provocará revueltas y asaltos a supermercados. Cuando estos queden vacíos, nos comeremos los unos a los otros. Los supervivientes nos encerraremos en búnkeres y sólo saldremos en pequeñas batidas armadas en busca de carne humana. La guerra acabará probablemente en 2040 o incluso 2050, con la llegada del hijo de Obama a la presidencia de las Naciones Unidas”.

Toda la entrevista en Libro de notas.


 
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Barack Obama: "Yo no soy tan malo, yo gané el Nobel de la Paz"


Como es natural, he sido invitado a los festejos del primer aniversario de Barack Obama al frente de la Casa Blanca. Pedazo de fiesta. Hay cava Freixenet del bueno, bombones, Ferrero Rocher, taquitos de queso García Baquero semi, jamón Navidul. En fin, una clase y una categoría que ya quisiera la cena de navidad de Libro de notas, también llamada la cena de navidad Findus de notas. El caso es que no sólo me codeo con las más altas instituciones de la política y de la sociedad estadounidense, como este actor que es muy conocido, este que salía en aquella película, sí hombre…, entre otros muchos, sino que además el presidente de Estados Unidos del Mundo me concede un rato a solas en su despacho para comentar en exclusiva sus primeros doce meses de gobierno. “Buf —resopla, nada más sentarse—, creo que he bebido demasiado cava con Red Bull… Estoy hasta mareado, qué calor”. Mientras se quita la chaqueta, le pregunto por la reciente salida de la recesión económica, cosa que admite que ha sido “más bien suerte. No veas, me viene todo de cara. Salimos de la crisis, me dan el Nobel… Estuve mirándome lo de la crisis hace poco y me dije, vamos a ver qué hacemos con este lío, pero no me ha hecho ni falta”.

El resto, en Libro de notas.


 
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Manuel Cobo: "Cuando me toco, pienso en Esperanza"


¿Hace falta decir más?


 
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