El desertor


Jaime Rubio fue juzgado ayer por deserción, tras haber sido arrestado en un desierto próximo al Líbano. Rubio había intentado huir de la base militar española en el país. Después de recorrer unos doscientos metros, se desplomó, exhausto y deshidratado. Nada más comenzar el juicio, el abogado de Rubio presentó la dimisión y el acusado exigió un abogado de oficio. El juez le asignó a María Ruipérez, de oficio dentista. Interrogado por el fiscal, Rubio explicó que cuando se alistó en el ejército, "nadie me había dicho nada de ir a la guerra. Yo vi la publicidad que decía eso de 'alistate y aprende una profesión'. Después de mi fracaso como periodista, me dije a mí mismo que ya era hora de aprender algún oficio de verdad, como la fontanería o la carpintería. De hecho, creo que del ejército salen muy buenos veterinarios". Preguntado al respecto, Rubio recordó "eso que se dice siempre de que en el ejército la veterinaria es un grado". El juez ordenó a los alguaciles que le dieran una paliza por haber insinuado que los oficiales eran unos animales y hacer chistes muy malos al respecto. La dentista pasó a interrogar a su cliente. Al parecer, Rubio se cepillaba los dientes tres veces al día, aunque sin usar hilo dental ni dedicarle el tiempo necesario. Recomendó una limpieza, pero declaró que su dentadura era sana, para tratarse de un anciano de ochenta y cuatro años. Al ser informada de la edad de Rubio, la pobre mujer sólo acertó a gritar: "¡Oh, Dios mío, esto es horrible, hay que llevarlo a un hospital ya!" Los alguaciles intentaron detenerla antes de que saltara por la ventana, pero estaban demasiado ocupados dándole patadas a Rubio. El juez declaró culpable al desertor y aseguró que le parecía mentira que no quisiera colaborar "en esas misiones de paz que han llevado la democracia y el bienestar a países como Afganistán o Iraq, donde ahora todo el mundo lee periódicos franceses y conduce coches alemanes". El magistrado le condenó a leer y resumir los cien primeros números de Hazañas Bélicas. Declarándole incapaz de defender su patria, recomendó su traslado al CNI. Rubio fue sacado a rastras del juzgado, mientras gritaba en contra de la "propaganda bushista yanki". Inmediatamente, se oyó el ruido de un helicóptero aterrizando en el tejado de los juzgados. Poco después y ante la atónita mirada de los presentes, George W. Bush y Jack Bauer entraron en la sala. El presidente de Estados Unidos miró a los ojos a Jaime Rubio, le puso la mano sobre el hombro y dijo: "He oído que no tienes fe en la Propagación del Mensaje Democrático. No, no hace falta que contestes. Lo sé. Chloe acaba de transmitir los datos a la PDA de Bauer. Tenemos que salvar el mundo, nos quedan veintitrés horas para hacerlo y necesitamos tu ayuda, por absurdo que pueda parecer". En ese momento, Bauer dijo: "No nos sirve", y le pegó dos tiros. George W. Bush será enterrado mañana en Dallas.


 
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Fiesta en Asnalia


Asnalia celebra hoy el Día de la Nación. Los asnaleses conmemoran la derrota en la batalla de la Garrota, que tuvo lugar el 11 de septiembre de 1869 ante las tropas de Francia. Hubieran ganado de no ser porque Ramón Maiakovski se olvidó de ponerse las botas. Es lo que tiene la resaca. Al ir descalzo, el estribo le resbalaba y cayó del caballo en el fragor del combate. Fue asesinado cobardemente por una roca que le esperaba tumbada en el suelo y que le rompió la nuca por la espalda y a traición. Esto provocó la huida de los dieciséis soldados que componían el ejército asnalés y que llevaban tiempo buscando una excusa para rendirse. Como resultado de esta honrosa derrota, los franceses siguieron oprimiendo al pueblo de Asnalia y, por tanto, obviando su existencia. Asnalia llevaba decenios exigiendo una invasión por parte de algún país de estos ricos que hacen cosas grandes y caras, mientras los gobiernos y ejércitos del mundo seguían dando rodeos para evitar aquella ciénaga infecta cuyos vapores llevaban a la muerte a los caballos. Cinco años más tarde, el hermano pequeño de Maiakovski, Pedro, se enfrentaría a los alemanes para obligarles a invadir Asnalia. Como homenaje a su hermano, partió con dieciséis hombres otro 11 de septiembre. Como homenaje a su hermano, se bebió tres botellas de vino la noche antes del combate. Como homenaje a su hermano, cabalgó al día siguiente sin botas. Intentó seguir homenajeando a su hermano, pero los soldados sucumbieron a un ataque de pánico y huyeron antes de tiempo. Maiakovski encontró su casa dos días más tarde. Tenía los ojos muy rojos y no dejaba de preguntar si se habían inventado ya los analgésicos. Los asnaleses recuerdan este día llevando botas a la tumba de Maiakovski y arrojándose piedras a la nuca los unos a los otros. Todos los políticos sueltan discursos muy emotivos en los que expresan su deseo de que Estados Unidos o por lo menos Portugal invada de una vez Asnalia, y las fuerzas de ocupación instalen la televisión por cable, que no hay forma de ver las series de la Fox.


 
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Entrevistamos (otra vez) a Osama Bin Laden


Después de cruzar el pasillo de Birguidín en jeep y atravesar la cordillera de Malokain en un destartalado helicóptero, bordeamos la selva de Sandochui en una vieja furgoneta robada a unos hippies hindúes. Después nos adentramos en la zona más peligrosa y desconocida del Pakistán: la región del Malakajan, llamada antiguamente Hindurreti. Por aquellos caminos vigilados por mil ojos y quinientos kalashnikov ocultos entre las rocas, sólo podíamos ir en mula, ya que los coches no cabían entre las escarpadas paredes de piedra. Durante el viaje, agotador, nuestros guías no cesaron de lanzar mensajes con linternas a los vigías de las cordilleras por las que pasaríamos al día siguiente, vigías a los que no veíamos y a quienes había que avisar de que nuestro paso estaba permitido. En caso contrario, no hubiesen dudado en dispararnos entre ceja y ceja antes de preguntar y sin darnos siquiera tiempo para enterarnos de qué nos había matado. Tras veinte días de camino, llegamos a la cafetería de El Corte Inglés de la avenida Diagonal, donde nos esperaba Osama Bin Laden tomando un granizado de limón. --¿Qué tal? --Muy dulce... Oh, te refieres a mí, yo hablaba del granizado. Sí, muy dulce, también. --Señor Bin Laden... --Sam, por favor, llámame Sam. --Oh... Sam... Ah... Quería preguntarle... --¡No! No te he traído aquí para que me preguntes cosas. Además, siempre acabamos hablando de mi supuesto "problema" con las mujeres. Y yo no tengo ningún problema con las mujeres. Si las tapo tanto es porque mi exagerada virilidad me llevaría a violarlas a todas si les viera apenas una aleta de la nariz. --Sí, ya, pero, pongamos por caso, si una mujer desnuda se le acerc... --Sólo te he traído aquí para que le digas al mundo entero que pienso seguir llevando el amor a todos los rincones de este planeta tan hermoso. --(...) --¿Qué pasa? --Er... ¿El amor? --Sí, el amor. ¿Piensas que soy cursi? Si creer en el amor entre las personas es ser cursi, llámame cursi. Si es delito ser cursi, me declaro culpable. Si ser cursi significa ser un afeminado, que me apedreen en Riad. ¡Tengo tantas ganas de abrazar a todo el mundo! A mí es que lo de la solidaridad entre los pueblos me apasiona. --¿Y cómo encajan los atentados terroristas en este nuevo... er... delirio? --Ah, perro infiel, cómo se nota que no tienes idea de nada de lo que ocurre en el mundo, rata ignorante, cerdo prosionista, estúpida vaca occidental... --¿Podrías dejar de llamarme animales? --Podría, pero no quiero, sucia lagartija adoracrucifijos. Si leyeras la prensa sabrías que el 11-S lo preparó la Cia, el 11-M es cosa de Eta y de los masones, y el 7-J es obra de unos jamaicanos descontrolados que no tenían nada que ver con la asociación benéfica que presido, es decir, Al-Qaeda, en español, Amor Eterno. ¡Soy inocente! ¡Yo no lo sabía, pero las teorías de la conspiración me han abierto los ojos! ¡Inocente! ¡Yo! ¡Y hermoso como una paloma blanca! Si quisiera, podría volver a mi apartamento de Nueva York sin usar mi nombre falso (Osomo Bon Lodon). De todas formas y entre tú y yo, te diré que los atentados que por algún extraño motivo recordaba más o menos vinculados a mi ong, no me parecen mal del todo, ya que también llevan a la felicidad y al amor. --¿Cómo? --Por supuesto, ¿acaso no los terroristas no nos hemos caracterizado siempre por ir dando abrazos cual teletubbie? --Hombre, no sé yo... --Sí, abrazos... Con nuestros cinturones cargados de explosivo plástico. --Coño, Sam, no me jodas. Esa no es forma de demostrar el amor. --Sí que lo es, según el Islam, que es la religión verdadera. --¿El Corán dice algo de todo eso? --Mi edición, sí. Mira, aquí lo pone. --Eso es Daily Mirror de ayer. Abierto por la página del crucigrama. La 4 horizontal es "pinenut". --Oh, gracias... Quiero decir, ¡comadreja católica, tus ojos capitalistas no te dejan ver la verdad! --Cambiando de tema, ¿qué hay de lo tuyo con Whitney Houston? --Lo he dejado ya... Tenía la muñeca destrozada. Y me sangraban los tímpanos de escuchar sus radiocasetes. Y ahora lárgate, que quiero acabarme el granizado antes de que se derrita. ¿Quieres un poco? --No, gracias. Pude volver a casa en metro, cosa que se agradeció. Aunque me vendaron los ojos, para que no pudiera recordar el camino, y me obligaron a hacer varios transbordos de más.


 
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Confirmado: Fidel Castro es el hombre más sano del mundo


Dados mis conocimientos médicos e informáticos --no en vano me llaman el Doctor Geek-- fui llamado por las autoridades cubanas para certificar que las fotos en chándal y en el hospìtal del Comandante Fidel Castro no habían sido photoshopeadas. Y puedo atestiguar que lo que algunos llaman propaganda del régimen no era más que información real y fidedigna. Castro estaba hecho un toro. De hecho, cuando entré en la habitación me lo encontré haciendo abdominales. "No se lo diga a mí médico --me pidió o, más bien, me ordenó--. Quiere que descanse. ¿Pero cómo descansar cuando el pueblo cubano me necesita?" El comandante hizo salir a las dos mujeres desnudas que dormían en su cama y me preguntó qué me parecía su estado. --La verdad --le dije--. Es sorprendente. En Europa todo el mundo insinúa que usted padece cáncer de colon y que está en las últimas. --Malditos cerdos capitalistas. Quieren que enferme de lo mismo que Juan Pablo II. Pues que sepan que gracias al excelente sistema sanitario cubano, en esta isla no hay cáncer. Excepto quizás algún caso aislado traído por espías a sueldo de Miami. --De todas formas, veo que las fotos fueron retocadas. --Pues sí. Nadie creería que éste es mi aspecto real. Tuvieron que avejentarme y reducir mi tono muscular. Fíjese. --Cielos, qué muslo más bien torneado. Parece una piedra. --Le diría que lo tocara, pero eso no es mi muslo. --Oh... Vaya... Es... asqueroso. --Lo sé. Permita que me tape. --Por favor. Por cierto, ¿aprovechará esta, digamos, pausa hospitalaria para impulsar la transición democrática en la isla? --Imposible. La única forma de conseguir la democracia en Cuba sería tras mi muerte y el envío a la Luna de los líderes fascistas de Miami. En cuanto a lo segundo, sería fácil si se atendiera a las investigaciones de las mejores universidades del mundo (las cubanas), pero lo primero es más complicado: como usted ha podido comprobar, soy inmortal. Venga, dispare --añadió, ofreciéndome una pistola--. Sin miedo: las balas me rebotan. Resultó que las balas igual le rebotaban, pero hacia adentro. No sé si lo de la inmortalidad también era falso: no me quedé a averiguarlo. Es curioso, en las pelis no sangran tanto. Bueno, en las de Tarantino, sí. En esas sangran más de la cuenta. Llegué a Miami usando una zapatilla de Fidel a modo de balsa.


 
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Alerta en Asnalia


Se han cancelado todos los vuelos con destino y salida del aeropuerto de Asnalia (los tres de esta semana) tras recibirse una alerta por atentado terrorista. Al parecer, el servicio secreto asnalés habría tenido conocimiento de un plan para ocultar goma 2 en paquetes de goma de mascar. El terrorista suicida de turno detonaría el explosivo masticando fuerte. Según han informado las autoridades, se va a prohibir la venta y el consumo de chicles en aviones y aeropuertos. Estos amargos dulces (ja, ja) se unen así a los peligrosos cortauñas, las temibles suelas de zapatos y las abominables fundas de gafas en la lista de instrumentos para sembrar el pánico, la muerte, la sangre, el horror y la destrucción. "Algunos pueden creer que esas pequeñas limas de manicura no son peligrosas --explicó el ministro del interior Víctor Viktor--, pero con ellas se puede matar a un hombre joven y fuerte, siempre que esté atado. Yo mismo lo hice para demostrarlo. Y sólo me llevó tres cuartos de hora. ¡Así que corran para salvar sus vidas!" Dicho lo cual, Viktor agarró dos maletas y se metió en su coche oficial, con la intención de viajar a Alemania para comprar un búnker unifamiliar en Ikea.


 
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