Nada, nada, que como no ves el dinero y lo único que hay que hacer es ir levantando la paleta con el numerillo, uno se va animando, se va calentando, le va cogiendo el gustillo y para chulo, el hijo de mi madre. Aún no sé cómo
La tentación de la genética
"Cuestiones como si el desarrollo a largo plazo también conducirá a una reforma genética de las propiedades del género; si se abre paso a una futura antropotécnica orientada a la planificación explícita de las características; o si se podrá realizar y extender por todo el género humano el paso del fatalismo natal al nacimiento opcional y a la selección prenatal; son preguntas en las que el horizonte evolutivo, si bien aún nebuloso y nada seguro, comienza a despejarse ante nosotros".
Éstas son las líneas de
Normas para el parque humano, de
Peter Sloterdijk, que levantaron ampollas en Alemania. Por estas líneas se le acusó de defender la selección genética como medio para mejorar la raza humana, cuando queda claro que sólo expone una serie de dudas. Dudas más que realistas, nos guste o no.
Aun así, estas palabras llevaron a Jürgen Habermas a orquestar una campañita mediática bastante tontorrona que sólo consiguió dar publicidad a Sloterdijk y, de rebote, que Siruela y Pre-textos se dieran prisa en traducir y editar -impecablemente- sus libros en España. La campaña parece que culmina cinco años más tarde, con la publicación de
El futuro de la naturaleza humana, naturalmente, de Habermas.
Más inadvertidas pasaron las sugerencias que hace Stephen Hawking en
El universo en una cáscara de nuez. Hawking afirma que la ingeniería genética "es probable que ocurra tanto si queremos como si no". A pesar de que dice no defenderla, añade que "la especie humana necesita mejorar sus cualidades mentales y físicas si tiene que tratar con el mundo crecientemente complicado de su alrededor y estar a la altura de nuevos retos como los viajes espaciales". El físico aventura incluso un futuro con cerebros evolucionados al máximo gracias a la biotecnología y potenciados mediante "implantes neuronales".
Igual, como el libro habla del espacio y esas cosas, quienes lo leyeron creían que se trataba de ciencia ficción y no armaron tanto ruido como con el filósofo alemán.
De todas formas, y a pesar de lo que se pueda decir, Sloterdijk y Hawking no son peligrosos postnazis defensores de eugenesias y de selecciones artificiales. Es más, creo, sinceramente, que su postura es la correcta. Por la sencilla razón de que hay que tratar desde ya estas cuestiones, para intentar llegar a un acuerdo acerca de lo que estamos dispuestos a admitir o no. Es necesario (y urgente) comenzar a debatir el tema de la biotecnología. A pesar de los Habermas de turno.
Hay que decidir si se usa, quién la usa o cómo evitar que se use, si se llega a esa decisión. Habrá causas que la harán necesaria -evitar, por ejemplo, enfermedades-, pero habrá casos en los que se trate, sencillamente, de un crimen caprichoso.
Será difícil llegar a establecer criterios claros y será sin duda imposible que éstos sean definitivos. Pero lo que no se puede hacer es dejar de lado el debate. La peor solución sería quedarse en este absurdo debatir si es necesario debatir con el que tanto parece disfrutar Habermas -aunque en el libro que recién publica no parece tan pusilánime. Y eso por la sencilla razón de que, mientras tanto -no creo que nadie lo dude-, el primer tonto que pueda aprovechará cualquier oportunidad para ponerse manos a la obra y jugar al Tercer Prometeo. Y éste no será literario.
Jaime, 29 de junio de 2002, 18:10:17 CEST
Vacaciones laicas
Los niños estadounidenses comienzan sus clases jurando lealtad a la bandera, en plan hipernacionalista. El caso es que, al parecer, esto no molesta a nadie: lo que sí ha preocupado a un padre ateo es que se se hablara en dicho juramento de una "nación ante Dios", hasta el punto de que el Tribunal de Apelaciones de San Francisco está considerando seriamente
la posibilidad de declarar inconstitucionales estas tres palabras introducidas en 1954, a causa de la guerra fría y por oposición a ese Estado ateo que era la Unión Soviética.
Los jueces tienen sus dudas ya que, por el mismo motivo, en las escuelas tampoco se podrían enseñar cancioncillas populares en las que se menciona a Dios. ¿Y qué hacer con esos billetes de dólar en los que aparece la leyenda "in God we trust"? Y es que, al parecer, hasta Él es políticamente incorrecto.
A mí las canciones patrioteras, las banderitas, los himnos y demás me preocupan bien poco. Si desaparecieran todos esos simbolitos, nada malo se perdería, se nombre o no a Dios en ellos.
Lo que me preocupa es que esta moda se extienda
demasiado. No por motivos religiosos: la religión, a mi entender, es algo personal, que no necesita de apoyos institucionales. Lo que temo es que algún listo decida que, en nombre de una supuesta sociedad laica, se eliminen las vacaciones de Navidad, las de Semana Santa y fiestas tan señaladas -por ser fiesta, más que nada- como la Inmaculada Concepción o el día de Reyes.
Lo siento, pero por ahí no paso. Así que si algún ateo excesivamente coherente está pensando en seguir ese camino, ya puede ir también planteando alternativas a esos días de vacaciones. No tiene que ser muy difícil: la propia Iglesia católica no hizo más que cristianizar fiestas paganas a las que nadie quería renunciar. Aunque fuese pecado.