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Mi incansable labor en defensa de la naturaleza
Igual no lo había comentado antes, dada mi natural modestia, pero yo salvé la Selva Amazónica. Fue allá por los años ochenta. Había aceptado el puesto de director de operaciones de una importante maderera, pero, al ver los estragos que mi empresa hacía en el Amazonas, monté en cólera. Yo no tenía ni idea. ¿Cómo iba a saber que para conseguir madera hacía falta talar los árboles? Estaba convencido de que sólo se serraban las ramas más gordas. Por cierto, unos meses más tarde mi psiquiatra haría al respecto unos comentarios muy desagradables. Fui al despacho de mi jefe y le dejé bien claro lo que pensaba. Le gustó la idea de cortar sólo las ramas más gordas, a pesar de lo que opinaba su psiquiatra, y se lo comentó a su jefe. Quien a su vez se lo explicó al director. Quien se lo dijo al consejero delegado. Quien se lo propuso al becario del banco. Como yo trabajaba por las tardes de asesor externo de dicha entidad, me pidieron mi opinión. Económicamente, el plan era inviable, así que lo desaconsejé. Me pasé semanas despotricando contra mí mismo por ser un capitalista asqueroso que lo valoraba todo en función de los beneficios. Para animarme, me fui dos semanas de vacaciones a Minsk --menuda decepción--, donde se me ocurrió una idea genial: talar los troncos y dejar las ramas. Todo el mundo estuvo de acuerdo, incluso yo envié un informe favorable al banco. Luego surgió el problema de que las ramas se caían, pero, a efectos prácticos y sin entrar en detalles innecesarios, podemos decir que yo salvé el Amazonas. Dado mi éxito, desde entonces me he dedicado a acabar con las dictaduras. Terminé con la de Franco en 1991, pero ya me echaré flores otro día. También asesiné a Fidel Castro hará un par de años, pero ésa es otra historia. Por no hablar de lo que le hice a Pol Pot la semana pasada. Ya lo explicaré, ya.
Obituario
Jaime Rubio falleció ayer a los 98 años, a consecuencia de una cirrosis crónica que arrastraba desde la década de los cincuenta, cuando se le practicó el primero de sus tres trasplantes de hígado. Según su familia, murió en la villa de Taormina, rodeado de sus seres queridos. Sus últimas palabras fueron: "He sido tan feliz". Testigos más o menos objetivos (los médicos y los abogados) aseguran que sus familiares estaban todos en el piso de abajo, peleándose a navajazos por la herencia, mientras Rubio intentaba huir por la ventana, armado con una grapadora. La vida de Jaime Rubio es difícil de resumir. Aunque básicamente consistió en hacerse rico gracias a diversas estafas. Claro que Rubio también fue un hombre con una más que especial sensibilidad artística. En 1977 se presentó al festival de Eurovisión, representando a Asnalia. Este país consiguió su mejor clasificación ese año, con un voto de Malta. Jaime cantó un tema compuesto por él mismo: "Te jodes", una sentida canción sobre las timbas de póquer. Durante los años ochenta, Rubio se dedicó a la política. En 1983 fue detenido cuando organizaba un golpe de estado. Había reunido ya a tres o cuatro tipos, uno de los cuales tenía una escopeta de perdigones, con la intención de proclamar la República Jaimista de España. No se sabe muy bien en qué hubiera consistido, pero fuentes cercanas a este movimiento aseguran que las cuentas suizas ya estaban abiertas. Según explica en sus memorias (El hombre más sexy del mundo), cuando salió libre, Rubio entendió que lo más importante era la familia, así que se divorció de su tercera esposa, envió a sus hijos a un internado en Corea del Norte y se casó con Miss Taller Mecánico 1985. En aquella época decidió iniciar su carrera como humorista. "El humor es síntoma de inteligencia", decía el muy imbécil mientras se carcajeaba. Así, se dedicó a ir por los bares de toda España contando chistes. En ocasiones llegaba al tercero antes de que le apalizaran y una vez fue a uno de los programas de José Luis Moreno. Sí, fue una época dura. Sobre todo porque cuando terminó aquella gira sólo le quedaban dos costillas intactas y encima descubrió que su esposa le era infiel con Mario Conde. Rubio entendió que su personalidad y sensibilidad sólo serían comprendidas en países de mentalidad más avanzada que la española. En consecuencia, decidió mudarse a otra sociedad en la que se entendiera mejor su arte, ya fuera la canción, la comedia o, como había decidido por aquel entonces, la pintura. Desgraciadamente, la exposición de sus cuadros de desnudos en Riad, Arabia Saudí, no fue tan bien recibida como esperaba. No se salvó de la quema ni el retrato de Mahoma, pintado para congraciarse con la población local Dos años después, Rubio consiguió fugarse de la prisión saudí con ayuda de una cucharilla. Llegó a Kuwait justo cuando Iraq la invadió. Un error de cálculo le hizo ponerse del lado de los invasores, creyendo que la comunidad internacional no se opondría al moderno y occidentalizado régimen de Hussein. Cuatro años más tarde, Rubio consiguió fugarse de la prisión estadounidense en la que estaba recluido por traición. Ya que estaba en el país de las oportunidades, decidió hacerse con un nombre falso e iniciar actividades empresariales en el mencionado país. En pocos años logró levantar un imperio. El nombre: Enron. Después de que estallara el escándalo financiero y a pesar de que Rubio asegurara que "todo fue culpa del gestor, que es un inútil", Jaime tuvo que huir a Europa, donde se retiró a escribir sus memorias y una serie de novelas eróticas que, según aseguró, fueron plagiadas por Dan Brown y César Vidal. Jaime Rubio será enterrado mañana en una ceremonia (forzosamente) íntima en un vertedero cercano a Sitges.
Con lo que a mí me gustan los sellos
La estafa de los sellos me ha llegado al alma. ¿Cómo se puede traficar y, lo que es peor, engañar usando como excusa el coleccionismo de sellos, esos cuadraditos de papel con alma que llevan ideas, penas y alegrías de una ciudad a otra? Sí, yo soy un apasionado de la filatelia. Como expresión artística, no como "inversión". Me gustan tanto los sellos que durante una época pegaba uno en el monitor cada vez que enviaba un correo electrónico. Lo dejé porque al final el cacharro estaba todo pegajoso y mi madre me llamó la atención al respecto. Heredé la colección de mi padre, quien a su vez la heredó de mi abuelo, quien a su vez se la robó a un guardia civil. Por supuesto, esta colección se ha ido ampliando con los años --las décadas-- y tiene piezas valiosísimas, como una serie en la que sale el Titanic al revés, otra en la aparece la reina Isabel de Inglaterra con colmillos y una pirata del doctor House. Una de mis piezas favoritas es la que muestra a Klaus Keys, fundador en 1896 del Reino de Asnalia, aunque hay que recordar que hasta 1908 no se encontró a nadie disponible para hacer de rey. Keys llevó Asnalia a la independencia tras una sangrienta guerra de diecisiete minutos contra todos los países que tenían posesiones en el pequeño estado centroeuropeo: Prusia, Austria, Italia, Francia, España, Suiza, Holanda y Singapur. Los tres guardias de Singapur fueron los únicos que opusieron resistencia a dejar lo que por aquel entonces se llamaba "esa ciénaga repugnante". Fueron reducidos gracias a la sutil arma tradicional asnalesa: la garrota. Se trata de un sello difícil de encontrar porque, tras la muerte en 1912 de Klaus Keys, se eliminó todo lo referente a su figura. Cosa natural, teniendo en cuenta su poco agraciada apariencia física. Su muerte sigue siendo un misterio: el cadáver de Keys fue hallado en su cama con una espada atravesándole el pecho. A su lado, su hermano Clef se limpiaba las manos con un pañuelo. "No sé cómo ha podido pasar --explicó--, estaba tan tranquilo jugueteando con la espada cuando ¡chas! en un momento y sin que pudiera hacer nada para evitarlo, el arma estaba clavada en el corazón de mi adorable y adorado hermano mayor". Hoy, ciento diez años más tarde, aún no se han aclarado las extrañas circunstancias que rodean este ¿asesinato? ¿Suicidio? ¿Accidente? Quién sabe. En 1919, Clef vendió Asnalia al ya moribundo Imperio Otomano por 233 libras. Imperio Otomano era un señor francés que siempre maldijo el supuesto sentido del humor que mostraron sus padres al bautizarle. El trato que este hombre amargado por los chistes fáciles dio a Asnalia se considera el primer caso de mobbing inmobiliario de la historia: saboteó las carreteras y las dos líneas de tren, prohibió el comercio exterior, descuidó el alcantarillado. Pueblo cobarde donde los haya, los asnaleses intentaron salir en masa del país, pero su plan de huida quedó frustrado al encontrarse sin trenes ni carreteras. Otomano murió del disgusto, superado por las paradójicas circunstancias. Clef Keys pagó una deuda de juego con las 233 libras y se fue a vivir a Roma, donde murió en 1928. Igual que en el caso de su hermano, la muerte de Clef sigue siendo un enigma sin resolver. Su cuerpo fue hallado en la cama, desnudo y con una bala en la cabeza. A su lado, yacía el cadáver también agujereado de Lady Ruffington. La policía encontró a Lord Ruffington en la salita de estar, con un revólver en la mano. Dijo que no tenía nada que ver con aquellas muertes y, dada su fama de hombre sincero, la policía no dudó en creerle.
Sant Jordi
Este domingo yo también firmaré ejemplares de mi autobiografía, El hombre más sexy del mundo, en varias librerías de la ciudad. Me encanta firmar libros por Sant Jordi. Por el contacto directo y humano que uno tiene con sus miles de lectores, algunos de ellos, lo reconozco, extras contratados por la editorial a cambio de un bocadillo. Recuerdo con especial cariño el año pasado, cuando presenté La gran novela americana. Cómo la gente se acercaba a pegarme patadas y puñetazos, cómo yo pedía por favor que me sacaran de allí y cómo finalmente me rescató la guardia civil en helicóptero. Sí, fue divertido. Aún conservo los recortes de prensa del día siguiente, que pusieron en su sitio a aquella turba de maleantes envidiosos de mi éxito y de lo bien que me sientan los trajes: "Justo linchamiento al escritor Jaime Rubio", "Los ciudadanos le dan a Jaime su merecido", "Barcelona llega donde la justicia no se atreve", "Las personas honradas dicen basta", etcétera. De todas formas, el libro no era tan malo. Al fin y al cabo, copié más de la mitad de otros autores, autores que están bien considerados o incluso muertos. Es más, creo que el comienzo enganchaba: "Una noche oscura y lluviosa de septiembre, Mark Hogan estaba lavándose los dientes mientras se preocupaba por qué ropa iba a ponerse aquella mañana. 'El tiempo está loco', pensó, 'lo mismo ahora hace frío y luego a mediodía estás sudando como un queso fuera de la nevera'. Pero el piloto del ovni que se dirigía raudo y veloz a la Casablanca aquella soleada tarde de julio no tenía problemas con el clima. 'Vengo en manga corta', pensaba Ujuz3, 'y traigo un jersey fino por si luego refresca'. Hogan aún no imaginaba que su amigo de la infancia Ujuz3 era más previsor que él. Sólo pensaba en la cena, sin imaginar que aquellos huevos fritos tenían otros planes. Hogan y Ujuz3, ah, amigos inseparables, almas gemelas separados por una mujer hacía ya lo menos cuatro o cinco horas, más de lo que alcanza la memoria de un pez común. Una mujer contemporánea, inteligente, bella y moderna, nel mezzo del cammin di sua vita, tirando para abajo. Ninguno de ellos sospechaba que en realidad aquella bella joven de blanca sonrisa, gafas de pasta y amante de los muebles de diseño y de las revistas holandesas de tendencias, se sentía en realidad... insegura. Y es que todas las familias felices se parecen, pero las infelices lo son cada una a su manera. Mientras tanto, un pez desmemoriado nadaba sin sospechar que Hemingway estaba al acecho, borracho y vestido de torero, sí, pero también armado con una caña de pescar. Ay, mísero de mí, y ay infelice".
Los papeles
A: A ver, caballero, la documentación del coche y el permiso de conducir, por favor. B: Huy, no tengo. A: ¿Y eso? B: Estoy en contra del asesinato de árboles para la obtención de papel. Antes lo llevaba todo en un diskette, pero como ahora los ordenadores vienen sin disquetera, pues ya ni eso. A: Pero, hombre, hay memorias de esas que van en llaveros. B: También estoy en contra de los llaveros. Es por mi religión, ¿sabe? Es una secta de estas destructivas. Consideramos que los llaveros sujetan el alma a lo terrenal. Lo malo es que acabo con las llaves repartidas por todos los bolsillos. Y es que todo tiene su parte buena, pero también su parte mala. Incluso las sectas destructivas. A: Bueno, creo que puede pasar. De todas formas, usted iba mirando el móvil mientras conducía. B: Mirando el... A: Sí, lo tiene ahí, en el asiento de al lado, y he visto claramente cómo le echaba un vistazo. B: Ah, sí, por la hora. Es que no llevo otro reloj. A: Bueno, pues no se puede mirar el móvil mientras se conduce. B: ¿No? A: Claro que no. ¿No ve que es peligroso desviar la atención de la carretera? ¿Que podría haber causado algún accidente y matado a alguien o, peor, causado desperfectos materiales en uno o más vehículos? B: Cielos, tiene usted razón. Haga el favor de multarme, que soy un imbécil incapaz de aprender de otra forma. A: Como todos. Trescientos euracos. Cuatrocientos cincuenta si paga antes de quince días. B: ¿Pero no suele haber descuento por pronto pago? A: Eso era antes. Ahora preferimos la tranquilidad al dinero. B: Bien pensado. A: Por cierto, tiene el parabrisas rajado de arriba abajo. B: Ah, sí, es que acabo de atropellar a una anciana y la muy imbécil ha embestido el cristal, en lugar de pasar por debajo del coche, como todo el mundo. A: Es que los hay tontos del culo. Pero no puede conducir así... B: Sí que puedo. Es el cristal, no el volante. De todas formas, ahora lo llevo al párking. Comprenda que esto me acaba de pasar ahora mismo. Mire, traigo los papeles del seguro. Fíjese. Papeles. Otro árbol muerto por culpa de esa vieja. A: Bueno, bueno, si acaba de ocurrir, también puedo pasar lo del cristal. B: Menos mal que la anciana estaba asegurada. La culpa ha sido suya, por querer cruzar la calle con la vana excusa de que vivía al otro lado. ¿Y para qué cruzó la calzada la primera vez, si su casa no estaba allí? A: Si es que van como locos. B: Ya le digo. Mucho quejarse de los coches, pero al hospital ha ido en ambulancia, la tía hipócrita. Lo peor es que mañana tendré que ir al trabajo en autobús, como los pobres. A: Es una vergüenza. ¿No tiene otro coche? B: Sí, pero da la casualidad de que está en el taller. Es que no me come nada. A: Una infección. B: Parece. Probablemente anginas. Igual hay que extirpar. A: Ahora recomiendan no sacarlas. B: Fíese usted de los mecánicos. A mí me las quitaron de niño y bien sano que estoy, dejando aparte las migrañas, el asma, la bronquitis crónica, la calvicie, la ceguera de un ojo y el cáncer que me está devorando por dentro. A: ¿Ha dicho ceguera de un ojo? B: Sí, pero conduzco con el otro. A: Ah, menos mal. Disculpe la desconfianza, pero es que nunca se sabe. B: Sí, a veces sí. Un ejemplo: ¿cuál es la capital de Italia? A: Roma. B: ¿Ve como a veces se sabe? A: Pues tiene usted razón. B: Y ahora, si me disculpa, tengo que buscar aparcamiento y pagar una multa. A: Qué mal me sabe haberle multado, con esos rizos negros tan bonitos que tiene. B: No le sepa mal. Doy asco del dinero que tengo. A: No, da asco porque apesta a sudor. Lo del dinero no se nota a simple vista . B: ¿No? ¿No ve cómo me rebosan los bolsillos de monedas y billetes? A: Sí, pero hay que fijarse. B: No me gusta la ostentación. Tenga mil euritos, invítese a algo a mi salud. A: Gracias, caballero, pase un buen día. B: Y usted, muérase. A: Hasta el jueves no me toca. B: ¿Quién no le toca? A: ¿No cree que esta conversación se está alargando demasiado? B: Pues sí, especialmente teniendo en cuenta que voy en bici. A: Cielos, qué despiste. Y eso que tengo fama de observador. De todas formas, le diré que es normal que no me haya dado cuenta: no soy guardia urbano, soy el revisor del tren. Me falta experiencia en lo que se refiere a los automóviles. B: ¿Estamos en un tren? A: Es posible, pero como esta conversación se está alargando demasiado, prefiero no responder. El tren se aleja en el horizonte mientras el sol se pone. Se pone morado de pan con queso. Luego con la sed, pasa mala noche, todo el rato levantándose a llenar el vaso de agua y luego al lavabo, si es que pareces un niño pequeño, ¿no te he dicho que era demasiado queso con este calor?