noviembre 2024 | ||||||
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abril |
Nota al margen
Derrida, filósofo y francés son tres términos que nos llevan a pensar en la serie de estereotipos que señala Terry Eagleton en The Guardian: "The man was regarded by the stuffed shirts as a subversive nihilist who believed that words could mean anything you liked, that truth was a fiction, and that there was nothing in the world but writing. In their eyes, he was a dangerous mixture of anarchist, poet and jester". Y es que cuando según quién escucha el nombre de Derrida, ese según quién arruga la nariz y despacha al francés llamándole el posmoderno que decía que todo vale. No sólo no es verdad que todo valga, sino que además ese todo no vale ni con Derrida: "Deconstruction, the philosophical method he promoted, means not destroying ideas, but pushing them to the point where they begin to come apart and expose their latent contradictions. It meant reading against the grain of supposedly self-evident truths, rather than taking them for granted." Es decir, de trata de cuestionarse continuamente lo que damos por sentado, no de que podamos dar por sentada cualquier cosa sólo porque nos la hayamos planteado. En cambio, alguno igual prefiere creer que ciertas cosas son como son porque siempre han sido de esa manera. O sea, porque sí. Seguir el dictado de los dogmas es muy sencillo. Pero es que cuestionarlos tampoco es complicado. De hecho, la única forma de saber si nuestras ideas son sólidas es intentar tirarlas abajo. Apuntalarlas con tópicos no sirve para nada. Pero, claro, entiendo que haya más de uno a quien no le guste hacerlo. Por miedo a darse cuenta de que está equivocado en algo. Así, esta gente prefiere seguir leyendo a quien le da a uno la razón en todo, no dudar nunca porque, claro, hay cosas que son de cajón, y lamentar que aún haya bobos que no estén de acuerdo con lo que uno dice.