Los niños estadounidenses comienzan sus clases jurando lealtad a la bandera, en plan hipernacionalista. El caso es que, al parecer, esto no molesta a nadie: lo que sí ha preocupado a un padre ateo es que se se hablara en dicho juramento de una "nación ante Dios", hasta el punto de que el Tribunal de Apelaciones de San Francisco está considerando seriamente
la posibilidad de declarar inconstitucionales estas tres palabras introducidas en 1954, a causa de la guerra fría y por oposición a ese Estado ateo que era la Unión Soviética.
Los jueces tienen sus dudas ya que, por el mismo motivo, en las escuelas tampoco se podrían enseñar cancioncillas populares en las que se menciona a Dios. ¿Y qué hacer con esos billetes de dólar en los que aparece la leyenda "in God we trust"? Y es que, al parecer, hasta Él es políticamente incorrecto.
A mí las canciones patrioteras, las banderitas, los himnos y demás me preocupan bien poco. Si desaparecieran todos esos simbolitos, nada malo se perdería, se nombre o no a Dios en ellos.
Lo que me preocupa es que esta moda se extienda
demasiado. No por motivos religiosos: la religión, a mi entender, es algo personal, que no necesita de apoyos institucionales. Lo que temo es que algún listo decida que, en nombre de una supuesta sociedad laica, se eliminen las vacaciones de Navidad, las de Semana Santa y fiestas tan señaladas -por ser fiesta, más que nada- como la Inmaculada Concepción o el día de Reyes.
Lo siento, pero por ahí no paso. Así que si algún ateo excesivamente coherente está pensando en seguir ese camino, ya puede ir también planteando alternativas a esos días de vacaciones. No tiene que ser muy difícil: la propia Iglesia católica no hizo más que cristianizar fiestas paganas a las que nadie quería renunciar. Aunque fuese pecado.