Jaime, 22 de abril de 2004, 23:18:22 CEST

Imprescindible


Hace unas semanas se supo que el bailaor Farruquito, conduciendo sin permiso y a más velocidad de la permitida, había atropellado y matado a un hombre, dándose después a la fuga. En la siguiente actuación que dio después de que se conocieran los hechos, el público le recibió con entusiasmo e incluso se oyeron gritos de "estamos contigo". Parece que muchos lamentarían que Farruquito tuviera que ingresar en prisión y no pudiera ofrecer su arte en años. Algunos incluso consideran que no es tan grave lo que ha hecho y que en todo caso es excusable, si no queremos renunciar a la posibilidad de ver a quien dicen que es una de las mayores figuras del flamenco. Si Farruquito hubiera sido fontanero, no recibiría tantos apoyos. No me imagino a un fontanero sospechoso de un crimen a quien recibieran en una casa animándole a darle duro a esas goteras. Estamos contigo, ¿te paso la llave inglesa? Eres el mejor, nadie como tú para cambiar unas tuberías. ¿Es peor prescindir de un bailaor (o de un novelista, o de un actor) que de un fontanero? ¿Es más importante pintar un cuadro que pintar una casa? Al fin y al cabo, todo "puede servir para dramatizar o cristalizar el sentimiento que un ser humano tiene de su propia identidad", como dice Richard Rorty en Contingencia, ironía y solidaridad. Aunque el mismo Rorty explica que los intelectuales y artistas nos ayudan a entendernos. O nos impulsan a intentarlo. Que no es poco. Y también me imagino que todos queremos ser farruquitos y no fontaneros. Incluso salimos al escenario a bailar, hasta que nos damos cuenta, demasiado tarde para no haber hecho el ridículo, de que somos unos tullidos. Anda, baja del escenario, que te ha llamado un tal Pérez, que tiene un escape.


 
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