Jaime, 20 de abril de 2004, 17:06:15 CEST

El rey de la carretera


Aberron explica en su divertidísimo Fogonazos que el rey Carlos Gustavo de Suecia y su hijo, el príncipe Carlos Felipe, se echaron una carrerita por la autopista con sus deportivos. Al parecer, el monarca y el primogénito podrían haber alcanzado los 150 o 160 kilómetros por hora. La noticia no especifica quién ganó. De lo que no cabe duda es de que en Suecia respetan los límites de velocidad. En el sur de Europa también los respetamos, pero a la inversa: no hay quien baje de 120. Es más, le recomiendo al monarca sueco que coja su deportivo, se meta en el carril de la izquierda de la AP-7 y lo ponga a 150. A ver lo que tardan los demás no ya en alcanzarle, sino en hacerle luces para que haga el favor de apartarse de su carril. Este carril suele ser el favorito de los llamados conductores suicidas, que de suicidas no tienen nada. Un conductor suicida coge y se tira con el coche por un barranco. Los demás son asesinos. Como mínimo en potencia. Esto de los reyes suecos también me recuerda a eso que se dice de que el rey sale de vez en cuando en moto y sin escolta. Y que además va muy rápido. Hay al menos dos leyendas urbanas al respecto. Una cuenta que un matrimonio de vacaciones en Mallorca tiene una avería con el coche y se para un motorista para echarles una mano. El motorista se quita el casco y resulta ser, oh, el rey. Quien, por supuesto, sabe mucho de mecánica y con una llave inglesa y un poco de aceite soluciona el problema. La otra dice que un par de guardias civiles paran a un motero por ir demasiado deprisa. Cuando el motero se quita el casco resulta ser el rey y jajajá cómo le vamos a poner una multa, siga usted haciendo lo que nadie más tiene derecho a hacer. Y es que nuestro rey, como el sueco, tiene inmunidad. Cosas de la sangre azul.


 
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