Jaime, 2 de abril de 2004, 10:55:54 CEST

¿Cuál es el problema?


No entiendo por qué hay gente en contra del matrimonio entre homosexuales. Igual Zoe Williams acierta y todo es por culpa de los problemas que podrían tener algunos conservadores al procesar las eventualidades que trae consigo tanto libertinaje: si el matrimonio entre gays es malo y el divorcio es malo, el divorcio entre gays es... ¿bueno?... Houston, tenemos un problema. Comprendo las dudas que se puedan tener respecto a la adopción por parte de homosexuales -aunque tampoco hay para tanto-, pero estas reticencias con los matrimonios son absurdas. Al fin y al cabo, se trata de algo que sólo atañe a esas dos personas. Casi da la impresión de que muchos conservadores no saben que el matrimonio es entre homosexuales. Es decir, a nadie le van a obligar a casarse con un gay o con una lesbiana. También advierto, incluso entre muchos progresistas, problemas relacionados con la semántica. Y es que el diccionario -e imagino que el código civil- dice que un matrimonio es la unión entre un hombre y una mujer. Pero, claro, parece olvidarse que los diccionarios son relativamente flexibles. Un ejemplo conocido es el de la palabra alcaldesa: hace no muchos años sólo se recogía el significado de "mujer del alcalde". Pero sólo por la sencilla razón de que hasta hace no muchos años no había mujeres que estuvieran al frente de consistorio alguno. Asimismo, en cuanto haya hombres (y mujeres) que se casen entre sí, el diccionario podrá ir recogiendo lo que haga falta recoger, que para eso está. Aunque la lengua no es infinitamente maleable, coso y cosa que ya sabemos y sabemas todos y todas. Luego están esas voces de alarma que dicen que si permitimos que haya parejas de hombres o de mujeres que se casen, acabaremos permitiendo tríos o incluso harenes. Vaya, el argumento es bastante absurdo. Cuando en algunos países se rebajó la edad legal para votar de los 21 a los 18 años, no hubo ningún gobierno que dijera que, puestos a rebajar, hasta los niños de teta tienen derecho a elegir a sus dirigentes. Poner límites puede resultar complicado, pero hay que hacerlo. Se trata simplemente de aplicar el sentido común y tener presente qué puede o no atentar contra la dignidad de las personas. Un harén, por ejemplo, lo hace. Y además es una fantasmada. Que dos personas adultas, del sexo que sea, quieran casarse, no atenta contra nadie. Eso sí, todo esto no quita que casarse sea una horterada. Esos trajes, esas despedidas de soltera, esos "que se besen, que se besen"... Se me ponen los pelos de punta. Pero, en fin, hay gente para todo. Sé de alguno a quien le gusta incluso trabajar.


 
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