Qué terribles son los piquetes, dicen: silicona en puertas, clavos en cerraduras, horror, ¿están insultando a alguien? ¿Le llaman esquirol? Cuánta violencia.
En cambio hay otro tipo de coacción, propiciada por el Gobierno, que no parece tenerse en cuenta. No me refiero a amenazas de despidos o de no renovaciones. Me refiero a que, como la huelga no ha sido autorizada por Aznar y sus secuaces, las empresas pueden descontar del sueldo el día no trabajado. Lo cual resulta paradójico, porque si uno tiene derecho a hacer huelga (también ésta, como reconoce todo el mundo) y se decretan unos servicios mínimos, ¿cómo es posible que no esté autorizada? Y si se reconoce el derecho a hacer huelga, ¿tiene sentido reconocer también a las empresas el derecho a robarle impunemente el sueldo a uno?
Todo esto lo digo porque una compañera de trabajo mañana tendrá que venir a la oficina. Está pagando su piso y no se puede permitir perder ese dinero. Pero no, claro, a ella no la está coaccionando nadie. Eso no es presión, eso no son piquetes. Sencillamente está ejerciendo su derecho a trabajar.