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abril |
Stephen Jay Simpson
Fue casi un homenaje. Ayer reemitieron (por enésima vez) el episodio de The Simpsons en el que aparecía el recientemente fallecido Stephen Jay Gould: Lisa la escéptica. Digo casi un homenaje, ya que me temo que fue involuntario: era el episodio que tocaba. La trama era especialmente adecuada para que apareciera el paleontólogo, no tanto por sus teorías acerca de la evolución, sino más bien por sus ideas sobre la relación entre religión y ciencia: Gould (teóricamente) debía ayudar a Lisa a demostrar que el esqueleto alado que ha encontrado en Springfield no es el cadáver de un ángel, pese a la opinión del resto del pueblo. Las opiniones de Gould acerca de estas relaciones son sentido común en estado puro. Las publicó en Ciencia versus religión, un falso conflicto. El científico -que se define como agnóstico- habla de "magisterios no superpuestos" para religión y ciencia: mientras el ámbito de la religión es la ética y las creencias, el de la ciencia es el de la explicación del mundo material. Ambos ámbitos han de mantenerse separados, a pesar del necesario diálogo: la religión no puede renunciar a admitir, por ejemplo, la evolución. Por supuesto, la ciencia también ha de respetar sus límites: un científico no puede extraer conclusiones éticas o metafísicas de un hecho científico y darles además a estas conclusiones carácter de verdad demostrada. Un astrónomo, por ejemplo, puede ser ateo (faltaría más), pero no puede decir que sus conocimientos le han demostrado que Dios no existe (aunque estos conocimientos le hayan ayudado a llegar a esa conclusión. De todas formas, Gould tampoco aporta ninguna novedad teórica: sólo algo de sensatez. Lo que explica ya lo decía Kant hace más de dos siglos en su Crítica de la razón pura: no podemos demostrar ni la existencia ni la no existencia de entidades no empíricas. Así pues, y por ejemplo, no tiene sentido plantearse la posibilidad de demostrar que el hombre tiene alma y que ésta es inmortal. El mejor resumen de todo esto lo da el juez de Springfield en el mencionado episodio, cuando decreta pena de "extrañamiento: la religión no deberá acercarse a menos de quinientos metros de la ciencia".
Nota al margen Apartándonos un poco del tema, cabe recordar que la cuestión es diferente si hablamos de adivinos, curanderos, espiritistas y demás: éstos no pretenden adquirir el status de religión y, por tanto, de mera creencia. Al contrario, quieren que sus actividades sean consideradas científicas. En consecuencia, han de contrastar sus hipótesis con la realidad. Y hasta ahora no lo han logrado.
Otra nota al margen Normalmente la polémica viene de las injerencias entre religión y ciencia, pero no son menos jugosos los roces entre ciencia y arte. Particularmente si hacemos caso a Feyerabend, que sugiere que ambos ámbitos siguen procesos creativos idénticos. Por decirlo rápido y mal, da lo mismo una sinfonía que una ecuación.