Seguramente ya se ha hablado de esto y es más que probable que no tenga ninguna importancia. Pero el caso es que me extrañaba que a estas paginitas se les llamara bitácoras y no cuadernos de bitácora, del mismo modo que al diario de a bordo se le llama así y no sólo "de a bordo". Ya entiendo que se quiere evitar usar el término inglés blog, diminutivo de weblog, o el bastante más cursi diario, pero me picaba la curiosidad.
Así, para salir de dudas, busqué en el diccionario de la
Real Academia la palabra bitácora y me encontré con que es una "especie de armario, fijo a la cubierta e inmediato al timón, en que se pone la aguja de marear". De allí se nos invita a pasearnos por los términos aguja y cuaderno de bitácora.
Comencé por el último, evidentemente, y pasé páginas hasta la séptima entrada de cuaderno: "Libro en el que se apunta el rumbo, velocidad, maniobras y demás accidentes de la navegación". Lo que uno ya se imaginaba, claro.
Pero resulta que no es lo mismo una bitácora que un cuaderno de bitácora. Aunque, vaya, se trata simplemente de una forma de acortar y hacer más cómodo el término. Un quizá valiente neologismo algo cercano -sólo algo- a las metonimias: cuando nos bebemos una copa, no nos tragamos el cristal, sólo su contenido. Por regla general, vamos. Es un término, además, que ha arraigado, que usamos todos y que a muchos nos resulta atractivo. Al menos, más atractivo que los blogs ingleses y los algo más cursis diarios.
Pero el caso es que no me acababa de convencer todo esto. Aunque probablemente se tratara simplemente de algo que he comido que no me ha sentado del todo bien. Algo a fin de cuentas pasajero.
Así pues, como el diccionario me invitaba a leer lo que era una aguja de marear, decidí darme un garbeo por la A. Ninguna sorpresa: la aguja de marear no es más una forma divertida de nombrar la brújula. Una lástima, ya que me imaginaba que la aguja en cuestión sería justamente lo contrario: un instrumento que en lugar de indicar el rumbo lo desindicara. Pero las palabras, al menos en esta ocasión, superan ampliamente su significado.
Al final, eso sí, lo único que he conseguido es marearme: ¿qué es esto? ¿Un weblog? ¿Una bitácora? ¿Una aguja de marear? ¿Un diario que marea?
En todo caso, al menos ha quedado claro que los diccionarios sirven para bien poco.