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abril |
El boicot y la bolsa
La Plataforma contra la Globalización y la Guerra propone una serie de protestas contra el ataque a Irak, entre las que se incluye un boicot a los productos ingleses y estadounidenses. Es curioso, porque de entre los que verán normal este boicot, habrá unos cuantos que consideraron ridículo eso de que las patatas fritas cambiaran su nombre de french fries a freedom fries en algunos comercios y restaurantes estadounidenses, que manifestaban así su desprecio a la postura contraria a la guerra del gobierno francés. Es decir, si lo hacen los americanos es estúpido; si lo hacemos los europeos, se trata de una justificada medida de protesta. A falta de mayor información, doy por supuesto que el boicot es a todos los productos de estos dos países, por lo que imagino que habrá que dejar de leer los libros del estadounidense Noam Chomsky, que está en contra de esta guerra, o no ir al teatro Romea, a ver Celobert, obra de David Hare, un dramaturgo británico cuya postura en este tema desconozco, pero, vaya, es inglés, ¿no? También habrá que dejar de comprar libros de la editorial Penguin, no comer las belicistas nueces de California, no usar la cuenta de correo de Hotmail y olvidarse de Blogger y de Google. Porque, puestos a hacer un boicot, hay que hacerlo bien, nada de medias tintas. Siguiendo con el tema del consumo y la guerra, hay que comentar las declaraciones de la ministra de Asuntos Exteriores, Ana Palacio, que explica que, desde que ha comenzado la guerra, "las bolsas han subido y el petróleo ha bajado. Ya los ciudadanos pagan unos céntimos menos por la gasolina y el gasóleo. Eso son datos. La intervención está todavía en marcha, y no vamos más allá; pero ahí hay datos". Sinceramente, no acabo de entender estas frases. O, mejor dicho, no quiero entenderlas. ¿Está diciendo que iraquíes, británicos y estadounidenses han sido asesinados para que nuestra gasolina sea más barata? ¿Que debemos estar satisfechos por eso? ¿Que cuando se conozcan cifras fiables de muertos y heridos, debemos sentirnos conmovidos por esos hombres, mujeres y niños que dieron su vida para que nuestras acciones de Telefónica, por ejemplo, aumentaran su valor? Lo dicho, que prefiero no entender a esta señora, que, por cierto, debería boicotear a su modista.