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abril |
Sin talento
En el librito del compacto de la banda sonora de Las horas, Michael Cunnigham explica que escribe novelas porque no puede cantar, tocar un instrumento o componer sonatas. No me parece un mal motivo. De hecho, a mí me serviría para explicar por qué escribo en esta página: porque tengo el oído musical de un picaporte, porque no podría pintar un cuadro que mereciera la pena mirar durante más de dos segundos y porque si tuviera la oportunidad de rodar una película no sabría por dónde comenzar. Supongo que le diría a todo el mundo algo así como "haced eso que hacen en Eva al desnudo", por ejemplo, cosa que no me parece propia de un buen director de cine. Pero no me dedico a esta bitácora sólo por una cuestión de evidente incapacidad para realizar esa serie de cosas a las que preferiría dedicarme. Al fin y al cabo, esto tampoco se me da demasiado bien y, además, sería compatible. Es también por comodidad: todo eso es muy complicado. Para rodar una película hacen falta demasiados cacharros, demasiado dinero y demasiada gente. Bueno, demasiado para mí, claro. La música tiene el inconveniente de que no podría interpretarla en cualquier sitio. Al fin y al cabo, esta bitácora la puedo actualizar desde el trabajo, por poco que disimule. Pero creo que me mirarían raro en la oficina si sacara un saxofón y me pusiera a tocar. En cuanto a la pintura, poco más o menos lo mismo, además de lo irritante que debe ser que se te acabe el color amarillo, por poner, justo cuando más falta hace. En fin, ese es mi problema: mucho tiempo libre y poco talento.