Ian Fleming bautizó al agente 007 robándole el nombre a un ornitólogo, autor de un libro sobre aves caribeñas. Este pobre hombre tuvo que soportar miradas incrédulas y respuestas socarronas cada vez que aseguraba que su nombre era Bond, James Bond.
En
Muere otro día, Pierce Brosnan se hace con unos prismáticos y un
libro sobre pájaros. Cuando Halle Berry sale de las aguas de una playa cubana al más puro estilo Ursula Andress y entabla conversación con el espía británico, éste le explica que es ornitólogo, y muestra los anteojos y el manual a modo de prueba.
Es decir, que gracias a unos de los muchos guiños para seguidores repartidos por toda la película, James Bond simula ser lo que en realidad es.