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abril |
Toda la verdad acerca de las fiestas de Berlusconi
Pues sí, yo estuve en una de las famosas fiestas de Berlusconi y si no lo he contado hasta ahora es porque soy un tipo discreto y además tampoco hubo para tanto y encima al salir tropecé, me golpeé la cabeza y pasé dos semanas en coma y eso afectó a mi memoria. La cosa comenzó muy bien, sin duda. Recuerdo que nos llevaron en helicóptero hasta una isla privada del Mediterráneo en la que el primer ministro italiano tenía una enorme mansión. Viajaba junto con un paleontólogo algo sosete y un matemático que vestía una chupa de cuero y llevaba gafas de sol. Al llegar, Silvio nos sirvió unas cervecitas y unos anacardos, y nos enseñó el vídeo de lo que estaba preparando en la isla. Junto con un equipo de científicos japoneses, había extraído el adn de todas las especies del jurásico y las había reproducido allí mismo. Había conseguido la información genética de esas especies gracias a un mosquito que se había conservado en ámbar. Un mosquito muy bestia. Estamos hablando del primer mosquito en serie de la historia. --Esa idea es horrible --dijo el matemático--. Yo he protagonizado La mosca y les puedo decir a todos ustedes que estas cosas salen mal. Berlusconi le llamó marica y luego nos llevó hasta un jeep, en el que nos condujo a las instalaciones que nos había enseñado en su vídeo. Fue impresionante: vimos un brontosaurio comiendo hojas de un árbol, varios velocirraptores correteando, un tiranosaurus rex leyendo La Gaceta, un mamut... --¡Está loco! --exclamó el paleontólogo--. ¡Los mamut ni siquiera son del jurásico! --Los japoneses insistieron en que necesitaba uno --explicó Berlusconi--: hacen bonito y dejan una lana preciosa para hacer jerseis. -¡No se da cuenta! ¡Venimos en un...! ¡En un...! ¡En un coche! Ocurrió lo inevitable. El mamut vio el jeep y trotó hacia nosotros. Silvio intentó volver a arrancar, pero dado que se trataba de un momento tenso, había que darle emoción al asunto y el guionista tenía poca imaginación, el jeep no respondía. --Mejor corramos --propuse--. Creo que le interesa más el coche que nosotros. El bicho estaba a apenas un centenar de metros. Aun así y como éramos personas racionales, lo sometimos a votación. Empatamos a dos y volvimos a explicar cada uno los motivos de nuestro voto. Hicimos otra ronda y volvimos a empatar a dos. Decidimos que el voto del anfitrión valdría doble, así que salimos corriendo dejando el coche atrás. Tenía razón: el mamut se enfrascó en una temible lucha con el jeep. Pero el vehículo no tenía nada que hacer frente a aquel enorme y peludo elefante. Murió aplastado mientras se quejaba con el ruido de su alarma, en un llanto que a mí al menos me rompió el corazón. --Tenemos que volver cuanto antes a la casa --dijo Silvio--. Está anocheciendo y hay luna llena. Todos los dinosaurios se convertirán en lobos. ¡En dinosaurios lobo de quince metros de altura! Berlusconi explicó que uno de los científicos se había pinchado un dedo manejando muestras y su sangre se había mezclado con el adn de los dinosaurios. --También es mala suerte que esto le pasara a nuestro científico licántropo. Para que luego vengan los rojos defendiendo la diversidad y la igualdad. Una vez en la mansión, nos dispusimos a cerrar las puertas y ventanas, y a asegurarlas con tablones. Y entonces salió de una habitación una chica en bragas, tambaleándose, con una botella medio acabada de grappa en una de las manos. --Tito Silvio --balbuceó--, me encuentro mal. Y hala, vomitó encima del sofá. Un sofá blanco. No, en serio. Un desastre. Muy desagradable. Estábamos ahí los amiguetes con nuestras cervecitas y nuestros mamut lobo, y tenía que venir la chica esta a joderlo todo con su borrachera, su vomitona, sus tetas al aire y su minoría de edad. No, en serio. Un bajón. Berlusconi tuvo que acostarla y darle un vaso de agua y luego ya no teníamos ganas de más porque nos había cortado el rollo, así que nos fuimos. Aunque jaja, Silvio dijo una de sus barbaridades, jaja, me río aunque es muy bestia, jajaja, se pasó tres pueblos. Coge y dice jaja, dice ahora tiene toda la boca con olor a vómito y tal, de haber vomitado, claro, jaja, y dice ahora jaja ahora me va a dar asco que me la chupe jajaja... Qué bruto. Y qué risa. Pero bueno. Que no había para tanto. Un poco de acojone cuando se soltó el mamut y tal, pero bah, lo normal.