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abril |
Unas oposiciones, o algo
Zapatero asegura que sólo dos personas conocen su decisión acerca de si se presentará a las elecciones de 2012: su mujer y "una persona del partido". La persona del partido soy yo. Porque la frase tiene trampa: no se refiere al Psoe, sino al partido de solteros contra casados que montamos unos cuantos amiguetes cada semana y en los que él juega de portero porque tampoco da más de sí. Me lo comentó hará ya casi un mes, tomando una cervecita después de que los solteros perdiéramos veintisiete a cero. Es que de solteros en el grupo ya sólo quedo yo, y juegan los trece contra mí. No me importa y creo que podría ganarles si no fuera por la guerra psicológica que emplean y que considero completamente innecesaria. Mientras lucho por conseguir el balón, no dejan de gritarme cosas como: -¡Feo! -¡Morirás solo! -¡Las chicas te odian! -¡Acabarás comprando una esposa rusa por internet! -¡Encima estás gordo de cenar cacahuetes! Y así hasta que me pongo a llorar agarrado a un poste, se disculpan, me arrastran hasta los vestuarios, insisten en que todo es broma y que seguro que llegará el día en que yo también pueda disfrutar de cosas como despertarme un sábado sin resaca a las siete de la mañana porque hay que ir al Ikea a comprar una manta para poner encima del sofá por si el bebé pota. Total, que después del partido tomamos unas cervezas, yo con el pulso aún tembloroso, resintiéndome de todo aquel daño emocional. Y al final nos quedamos solos Zapatero y yo: todos los demás habían quedado para cenar con sus mujeres a la luz de las velas y hacer el amor hasta quedar exhaustos y dormidos varias horas más tarde, empapados en sudor, como hacen todos los casados cada noche. José Luis estaba demasiado preocupado como para entregarse a una noche de amor y lujuria, y se le notaba. -¿Qué pasa, José Luis? ¿Por qué no estás en casa practicando el sexo de manera desaforada? -Estoy agobiado. Es que me he empezado a bajar los Soprano y no sé si me dará tiempo a verla antes de que aprueben la Ley Sinde. La Sinde esta es una fascista de mierda. Pero yo sabía que no era eso. Porque había comentado que pensaba comprarse los dvd para reyes. Así que insistí. -Insisto. -Oh, está bien, a ti no te puedo engañar. No quiero volver a presentarme a las elecciones para delegado de la clase. -Presidente. -Sí, eso, lo que sea. -¿Pero por qué? -Estoy harto ya de que la gente me critique porque no entiende que hay que trabajar hasta que uno tenga que usar pañales otra vez, o que a veces hay que asesinar a parados para reducir la tasa de desempleo. Por cierto, tú estabas en paro, ¿no? Con esta frase comenzó una divertida persecución a cámara rápida: el presidente me seguía blandiendo un hacha y yo corría con los brazos destartalados mientras de fondo sonaba Yackety Sax. Después de destrozar dos mesas y de que Zapatero le cortara un brazo a una señora que me vi obligado a usar como escudo, el dueño del bar le quitó el hacha al presidente, que entonces intentó estrangularme. Por suerte, le dieron unas rampas en los pulgares y tuvo que desistir. -Tío. Que somos colegas. -Ya, pero joder... ¡Vosotros los parados me estáis arruinando la vida! ¿No podríais trabajar? Vagos de mierda. -Coño, que no hay trabajo. -Claro que hay trabajo, lo que pasa es que os empeñáis en cobrar. Y las buenas épocas en las que se cobraba ya se están terminando. El futuro es trabajar por sopa. -Entonces, ¿qué vas a hacer? -dije, intentando volver al tema de su retirada de la política. -Había pensado en pillar el paro y prepararme unas oposiciones, o algo. -¿El paro? ¿En serio? -Sí, ¿qué pasa? -No, nada, aparte de que querías abrirme la cabeza por estar sin trabajo. -Pero no es lo mismo. -Ah. No es lo mismo. -Pues no, porque si me voy al paro, le jodo la vida a vete a saber quién. Pero tú me la estás jodiendo a mí. Y tú mismo lo has dicho: somos colegas. Pues vaya mierda de colega, ¿vale? Esto dejaba abierto el debate sucesorio: ¿a quién quería joderle la vida Zapatero? -Yo pensaba echarlo a suertes. El que pierda, se presenta. Le expliqué que esto de los sorteos es muy injusto y peligroso. Le recordé que una vez en otro bar uno comentó que se estaba sorteando una hostia y que yo tenía todos los números. Me rompió tres dientes. Aún sigo sin entender cómo hizo el sorteo ni cómo acabé yo con todos los números sólo por el hecho de haberme meado en sus zapatos. En todo caso la culpa no era mía. En aquel sitio había muy poca luz. Por supuesto, José Luis me pidió discreción. Y por eso he tardado en comentarlo. Pero es que ayer volvimos a jugar y se cebaron mucho conmigo. Me dijeron que nadie me iba a querer nunca. ¡Nunca! En todo caso, que todo el mundo lo sepa: José Luis Rodríguez Zapatero no se presentará a las elecciones y preparará unas oposiciones o algo.