Jaime, 16 de diciembre de 2010, 10:23:38 CET

España se droga


Jaime Rubio fue conducido ayer ante el juez por las declaraciones hechas en la barra de un bar en las que aseguró que "todos los deportistas se dopan". Rubio puso así en tela de juicio los logros del deporte español de los últimos años, logros que se han conseguido a pesar de que los deportistas de otros países sí se drogan. Pero claro, los yonkis de la NBA o los ciclistas extranjeros adictos a su propia sangre no tendrían nada que hacer contra la FURIA ROJA si no usaran estas sustancias que mejoran su rendimiento. El abogado de Jaime Rubio, un mafioso ruso que ha estudiado Derecho en la cárcel y que está haciendo las prácticas en Cuatrecasas, explicó que había aceptado llevar a su cliente "a pesiar de que camariada Rubio tomar café esta mañana... ¿O eso no ser droga?" Ante las protestas de Rubio, el juez aseguró que no toleraría indirectas en su juicio, por lo que el letrado Karlov pasó directamente a llamar "gilipuertas" al acusado. El fiscal interrogó hábilmente al gilipuertas, preguntándole si pensaba que todos los españoles se drogan, a lo que Rubio intentó responder nadie sabe exactamente qué, porque todo el público pasó a corear el estribillo de España se droga, de Siniestro Total. El juez ordenó a los alguaciles que calmaran al público, cosa que se consiguió gracias a los siempre alegres porrazos y bombazos lacrimógenos. Una vez se hubo ventilado la sala, el fiscal aprovechó para explicar que los deportistas españoles no se drogan porque sería abusar "y cualquier insinuación de lo contrario no es más que antiespañolismo". Rubio contestó que la única diferencia entre los deportistas que pasaban los controles y los que no, era que los médicos que les llevaban sabían mejor lo que hacían. Ante esta respuesta, el juez no pudo evitar arrugar la nariz en señal de desagrado. La nariz del acusado. La arrugó con un hábil golpe de mazo. El fiscal dio las gracias al juez por el necesario arrugamiento y preguntó a Rubio si era cierto que antes del arresto había llegado a asegurar que había deportes "en los que los controles son ridículos o inexistentes, como en el fútbol" y si tenía pruebas que demostraran tal cosa. El acusado se limitó a balbucear, evidenciando su culpabilidad, aunque en declaraciones posteriores le echaría la culpa a la nariz rota y a la sangre que le resbalaba por la cara. Con esto concluyó la intervención del fiscal, que fue recibida con aplausos. Varias señoras del público le arrojaron claveles, que él recogió, besó y se llevó al corazón en un gesto de entregado agradecimiento. El abogado de Rubio se ajustó la corbata y el nomeolvides y explicó al juez que él venía de un país en el que los deportistas se dopaban porque eran comunistas. "¿Acaso es usted comunistia, senior Rubio?" El acusado contestó con una pregunta: "¿Pero usted no es mi abogado?", que llevó al juez a suspender el juicio, dado que quedaba claro que Jaime Rubio no estaba "en plena posesión de sus facultades mentales, dado que ni siquiera es capaz de reconocer a su propio letrado". Aun así y a modo preventivo, el juez condenó a Rubio a ir todos los lunes y miércoles durante seis meses a un gimnasio, "aunque sea a mirar, y así aprenderá de dónde nace realmente el pundonor y la entrega que han hecho de los españoles una raza superior en cuyo imperio todo son copas y medallas de oro". A pesar de la inicial confusión por el uso de la palabra "copas", la sentencia fue recibida por el acusado con llantos y gritos de dolor y horror. A la salida, Rubio explicaría que una vez pasó en taxi por delante de un gimnasio y que desde entonces tiene agujetas y se siente terriblemente cansado cuando no duerme sus trece horas diarias.


 
Menéame Envía esta historia a del.icio.us