Jaime, 30 de marzo de 2010, 16:53:11 CEST

Iguales (fragmento)


Los dos miembros del jurado de los que hablamos son Julián Sánchez García y Julián Sánchez García, dos personas iguales y por tanto elegibles para participar en el mismo juicio, al igual que los otros dos varones miembros del jurado: Julián Sánchez García y Julián Sánchez García. Sánchez y Sánchez eran aún más iguales que Sánchez y Sánchez. Tanto, que los confundieron ya en el hospital, apenas minutos después de haber nacido al mismo tiempo. Eran tan parecidos que las dos enfermeras salieron al pasillo cada uno con su bebé en brazos, y al encontrarse la una con la otra, ya no sabían si el bebé que sostenían era el bueno o si ya se habían equivocado nada más verse. Como la confusión era inevitable, las enfermeras pusieron a los niños en la misma cuna y esperaron a que los padres decidieran qué era lo mejor. Las dos familias estaban desconsoladas e irritadas a partes iguales. Ni las propias madres sabían quién de los dos era Julián y quién era Julián. Con los nervios, la única solución que consideraron acertada fue sortear a los niños. Pero además, como sus madres también eran iguales y durante el sorteo estuvieron en la misma habitación, los padres se vieron sobrepasados por esa igualdad y ante el temor de confundir a la Montse de uno con la Montse del otro, decidieron sortear a sus esposas. Evidentemente, las esposas también habían visto a sus maridos entrar juntos en la habitación, así que no tuvieron más remedio que sortearlos a su vez. Las dos familias vivieron más o menos felices hasta que los chicos cumplieron doce años. Ese día unos hechos en apariencia inocentes desembocaron en una tragedia familiar. Los dos julianes recibieron por su cumpleaños un kit para hacer pruebas de ADN. Emocionados ante lo que creían un inicio en el fascinante mundo de la criminología científica, hicieron una primera prueba con sus padres. Los dos julianes descubrieron con horror que ni su padre era su padre, ni su madre era su madre. Que ya es mala suerte, porque uno de los dos, al menos, lo podría haber sido. Las madres respiraron aliviadas al saber que no habían sido infieles a sus maridos, mientras que los maridos, en un resto de machismo del que hay que reconocer que se avergonzaron, lamentaron no haber aprovechado para acostarse con otra mujer, por muy igual que fuera y por muy poca cuenta que se hubieran dado. Obviamente, las dos familias no tuvieron problema en ponerse en contacto, ya que en su momento se habían intercambiado los teléfonos, por si las moscas. Tras unos días de llanto e inquietud, los dos julianes decidieron seguir cada cual con la familia que les había criado, a pesar de ciertas reticencias iniciales. Y es que en realidad no tardaron en darse cuenta de que la otra familia les hubiera criado igual y hubiera venido todo a dar lo mismo. Sin embargo, ellos estaban decididos a no cometer los mismos errores que sus padres. Sabedores de que siendo iguales corrían el riesgo de casarse con mujeres iguales, concebir el mismo día y confundir sus hijos, tomaron una decisión quizás demasiado drástica, sobre todo teniendo en cuenta que en el jurado había otros dos hombres iguales también a ellos, cuyas vidas, aun siendo más bien iguales, no lo habían sido tanto como para dar lugar a confusiones tontas. En definitiva, lo que los julianes decidieron fue casarse con la misma mujer, y turnarse la convivencia semana sí, semana no, sin que ella lo supiera. La cosa tenía sus indudables inconvenientes, como los celos, las tardes de soledad y, por qué no decirlo, las lamentaciones de quien tenía que pasar por un mal rato de pareja –discusiones, caprichos, agobios- mientras el otro Julián estaba, por ejemplo, emborrachándose con sus amigos. El trimonio tuvo dos hijos perfectamente sanos y más bien parecidos, sin que ninguno de los dos julianes tuviese el menor deseo de desenterrar su kit de identificación de ADN para comprobar cuál de los dos era el padre de cada uno de los dos. Total, si daba lo mismo. Daba tanto lo mismo que a los dos bebés los llamaron Julián y Julián. A pesar de que uno era niña.


 
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