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Pero el nuevo
Al parecer, todo el mundo está muy preocupado acerca del futuro del libro. El libro electrónico podría acabar con la industria editorial tal y como la conocemos, mientras que, no lo olvidemos, el cambio climático está derritiendo los polos y el índice de desempleo amenaza con subir aún más que el barril de brent en la buena época. Y en la buena época subió mucho. Pero mucho. De todas formas, esta polémica es francamente ridícula. Es decir, no sólo ridícula sin más, sino francamente. De mente franca. O sea fascista. O visigoda, según. El caso es que si se me hubiera preguntado en su momento, todo este debate no existiría. Porque, como de costumbre, yo lo tengo clarísimo. Pero también como de costumbre, se me ignora y ningunea. A mí. ¡A mí! ¡Y a ese del fondo, también, pero ahora estamos hablando de mí! ¡De mí! (El público clama a coro: ¡De él! ¡De él! ¡No, tú no, él! Un tipo del público despistado: ¿Él? El público, a coro: Sí, hombre, él. El despistado: Ah, cielos, yo venía buscando a otra persona. El público, a coro: ¡Las otras personas están en otras partes! ¡Aquí está él! ¡Como su propio nombre indica! El despistado: Bueno, disculpen, ha sido sin mala intención. El público, a coro: ¡No se tome a mal nuestros gritos! ¡Son por el entusiasmo! ¡Él! ¡Él! El despistado: No, no, en absoluto. Me voy, que vaya bien. El público, a coro: ¡Hasta otra! ¡Él! ¡Él!) Lo que está claro, al margen de intereses y desintereses empresariales es que el libro electrónico ES UN TIMO. Sí, un timo con todas las letras, pero tampoco hay por qué escandalizarse: al fin y al cabo, la palabra timo sólo contiene cuatro (4) letras; sería más complicado que fuera, no sé, una gastroenteritis con todas las letras. A la mínima te despistas y pierdes una. Lo cual es gracioso porque estamos hablando de una gastro-enteritis. Enteritis, jaja, como entera jaja… Ay, qué bueno… Disculpad, que me seco la lagrimilla que se me ha saltado mientras me carcajeaba. Lo que decíamos: el libro electrónico es un timo (te, i, eme, o) por una razón muy sencilla. Y si la gente no se da cuenta YA podría perder millones de euros con este pseudonegocio que va a dejar a más de uno con el culo al aire y eso no es sexy, no, no lo es. Bueno, depende del culo, claro, pero siempre mejor que no, aunque sólo sea por si acaso. (Enteritis, jaja…) La razón es muy sencilla, decía: ¿para qué compra uno libros? Pues para impresionar a las visitas. Llegan las siempre incómodas visitas a casa y dicen, anda, cuánto libro, y uno se encoge de hombros y dice, ¿vosotras creéis, visitas? No sé, como estos viejos amigos llevan años conmigo, ya ni me fijo. Dicho esto, se pasea el índice por alguno de los lomos, preferiblemente el de un libro viejo y bien gordote. Luego las visitas añaden, todas a coro: ¿Y te los has leído TODOS? Y uno contesta, encogiéndose de hombros, bueno, en fin, compro más de los que puedo leer, jaja, enteritis. Y da igual que se compren uno o dos al mes (como mucho y a modo de inversión) y se lean cero (0) porque las visitas ya están impresionadas. Ahora imaginemos que vienen las visitas, pasan al salón y ven decenas de estanterías vacías. Quizás con alguna figurita de la Guerra de las Galaxias. Y dos bolis, uno mordido y sin capuchón. Tirada sobre una de las baldas hay una especie de tableta con bordes blancos. Llamas la atención sobre ella como quien no quiere la cosa. Vaya, ya se me ha caído el I-reader-nano nuevo de Mac, este tan delgado de Apple en el que, fíjate, tengo chopocientos mil libros guardados, todos enteritis. Y qué dicen las visitas. Pues probablemente algo así como, ah sí, yo tengo el mismo en naranja, pero el nuevo. Pero el nuevo. Ese es el futuro de los libros: pero el nuevo. Esas tres palabras nos obligarán a comprarnos una guitarra eléctrica y dejarla tirada sobre el sofá como quien no quiere la cosa. Y como las visitas no estén de paso y nos pidan que toquemos algo, lo vamos a pasar mal, francamente (sí, otra vez francamente) mal. Porque no nos bastará con acariciar el mástil con el dedo índice y decir que esa vieja amiga lleva años con nosotros. Tendremos que tocar algo. Y no sabemos. Ninguno de nosotros tiene ni puta idea de tocar la guitarra. Las visitas se irán de casa sin haber sido impresionadas. Avisados estamos. Por tanto, preveo que la industria del libro electrónico se irá a pique en las próximas semanas, a medida que vayan llegando diferentes visitas a diferentes casas y se compruebe que todo cuanto digo es verídico y se sustenta en la más fehaciente de las razones, dada mi sensatez, mi ecuanimidad y etcétera, etcétera, que ahora mismo no sé muy bien cómo acabar la frase, aunque intuyo que ya debería haber acabado hace rato, y eso suponiendo que alguna vez debiera haber comenzado.