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abril |
Como la trucha al trucho
Pues se ve que la trucha y el trucho ya no se quieren mucho, o al menos no tanto. No lo vayas diciendo por ahí, pero parece que han tenido sus problemillas. Es normal, son muchos años y estaban ahí con la rutina río arriba, río abajo. Dicen que además ella tonteaba con uno de la oficina… No, no pasó nada, pero lo típico, que ji ji, que ja ja, y quedamos para hacer un café y luego hacemos una cerveza y todo el día juntos ahí, y total que estaba la trucha que tenía escamado al trucho, que ya preguntaba, bueno, ¿y el pescado ese, qué? No haces más que hablar de ese merluzo. Pero claro, así no arreglas las cosas y el trucho tampoco parecía que tuviera muchas ganas de arreglarlas, que lo único que hacía era irse por ahí con sus amigotes de tapitas y de cervecitas. Es que no le dedicaba ninguna atención a la trucha. Y la trucha, pobre, bastante hizo con no hacer nada, porque el otro, el del curro, estaba yo creo que medio enamorao. También era un poco tonto, porque tontear, tonteaba, pero no intentó nada y ya te digo yo que la otra igual hubiera picado. Pues eso, que estaban así así. Y un día pasó lo que tenía que pasar: una discusión de estas tontas que se convirtió en una discusión de estas fuertes. Que si tú que si yo, que si tal que si cual, que si no quiero volver a saber de ti, que si me voy a casa de mi madre. Y venga, la trucha se fue a dormir a casa de su madre, que casi no la veía desde el desove. Y el trucho la llamaba, pero la trucha no le cogía el móvil. Y el trucho se pasó tres o cuatro días yendo al trabajo como un zombi, sin afeitarse ni nada, y sin cogerle el teléfono a los colegas, sólo enviando mensajes a la trucha, que le ignoraba. Hasta le envió flores. Pero claro, la trucha sólo pensaba, sí, ahora, ¿no? Seis años casados y dos de novios, y me envía flores ahora, claro, pero cuando estamos bien, no, ¿no? Y luego el compañero de trabajo ahí también, sin aprovechar del todo, porque era tonto de capirote, pero metiendo la aleta, no te creas, a ver si caía algo. Que si no te quiere, que si no te comprende, que si te ignora. Arrimando el ascua como quien no quiere la cosa, vamos. Pero al final se ve que la trucha y el trucho se dieron otra oportunidad. Fueron a pasar un fin de semana romántico en un arroyuelo apartado y volvieron superbien. Hablaron mucho y lloraron mucho y supongo que también le dieron mucho a lo que tenían que darle. Parece que incluso se ha enfriado la cosa entre la trucha y su compañero. Pero pf, no te fíes. Estas cosas… Cuando las relaciones están así ya mal, muchas veces lo único que se hace es alargar la agonía. Ya te digo yo que cuando aparezca un compañero de trabajo más avispado, la trucha cae en cero coma dos. Y del trucho no fíes ni esto, que un día con una cerveza de más a saber lo que hace por ahí. Porque si la cosa ya está mal, será por algo, digo yo, y que una vez se estropea el asunto, resulta complicado remontar. Vamos, que lo de querer a alguien más que la trucha al trucho ya no tiene mucho mérito. Y no es que no se quieran, claro, que estas cosas no se acaban de la noche a la mañana, pero no es lo mismo, desde luego, ni mucho menos, nada que ver. Y da pena, ¿eh? Claro que da pena. Con lo bonito que era todo y lo atento que era él y lo que se divertía ella… Pero en fin… No lo vayas diciendo por ahí, ¿eh? Que la gente no hace más que hablar. Te lo digo en confianza y porque les conoces, para que no te pille por sorpresa, pero no por cotillear, que a mí eso de cotillear no me va… Hay gente a la que sí, ¿ves? Gente que se aburre demasiado, que no tiene nada mejor que hacer que hablar de los demás. Siempre mal, por supuesto, siempre criticando. ¿Qué más les dará a ellos lo que hagan los demás? Pero nada. A lo suyo. Pimpam, pimpam, al criticoneo. En fin. Qué le vamos a hacer. Y da pena si se acaba, no te digo que no. Pero bueno, estas cosas a la larga son para bien. Porque quedarse ahí insistiendo sólo sirve para amargarse. Qué te voy a contar a ti que no sepas. Pero oye, si al final no pasa nada y siguen juntos, pues mejor que mejor, que no se encuentra un amor de frase hecha todos los días.