Jaime, 10 de julio de 2008, 15:15:08 CEST

Una reflexión serena acerca de la contaminación lumínica


He oído muchas quejas absurdas acerca de una cosa llamada "contaminación lumínica". El término ya de entrada es absurdo. ¿Cómo va a ser contaminación si ni se respira ni huele? En todo caso, suponiendo que la luz sea mala --porque ahora resulta que la luz es mala--, ¿cuál es el problema? ¿Que de noche ya no se ven las estrellas en las ciudades? ¿Y quién quiere ver las estrellas? Son blancas y están (a efectos prácticos) quietas. Guau. Qué pasada, ¿no? Puntos de luz inmóviles. Buf. No se me ocurre nada más emocionante. Vamos, que si esas estrellitas quieren que perdamos el tiempo contemplándolas, que hagan algo que mole. Que haya más cometas y que las explosiones se vean desde aquí. Que cambien de color. Que organicen, no sé, peleas de estrellas. O bailes, incluso. Pero bah. Estrellas. No hacen nada por nosotros y pretenden que nos pasemos ahí las noches mirándolas. Pf. Con la de series que hay. Es que ¿qué se han creído? No, en serio. ¿Estas estrellas de qué van? ¿De estrellas? (Ja, ja...) No, en serio, que estoy cabreado. Que alguien me diga cuándo fue la última vez que vio a una estrella tocando al piano una versión más o menos aceptable de Night and day (ja, ja... Las estrellas van de estrellas...). O cocinando un risotto comestible. O saltando a una piscina desde un trampolín a veinte metros de altura. Pero no. Las estrellas no hacen nada de eso. Sólo están ahí. Atrayendo planetas con su fuerza gravitacional. Despilfarrando energía. Alejándose las unas de las otras. Vamos, hombre. Y yo tengo que ir apagando las luces para que cuatro chalados sin vida se dediquen a mirarlas. Anda ya. Pero no es sólo cosa de las estrellas. Se ve que también se perjudica a los animales nocturnos. Hombre, lo que faltaba. Los búhos y las ranas y los murciélagos saliendo de noche y dicen que les molesta la luz del pueblo. No, ahora tenemos que apagar las farolas para que los bichos estos salgan de noche. Un empleo es lo que les hace falta. No, en serio, si tuvieran que salir de la cama a las siete y media para llegar a la oficina más o menos puntuales, se les iban a quitar las ganas de salir por ahí de noche. Porque a mí también me gusta tomarme mis copichuelas y volver a las tantas, pero no voy por ahí quejándome de que al día siguiente tengo resaca. Soy consecuente con mis actos. Digo que tengo dolores menstruales y no voy a trabajar. Que hagan eso los búhos, que se inventen una excusa (no sé, un tumor o algo) y que no vayan a la oficina al día siguiente. Pero que no se quejen de las luces de las pistas de aterrizaje del aeropuerto. No, si ahora tenemos que aterrizar de oído. Además, ¿qué se supone que tenemos que hacer? ¿Eh? ¿Volver a las velas? ¿Conducir a oscuras? ¿Romper farolas? ¿Eso tengo que hacer? ¿Salir a la calle a romper farolas? ¿Eso? ¿Como un gamberro cualquiera? ¿Coger una piedra y romper farolas? Pues mira, lo voy a hacer. Bocas, que sois todos unos bocas. (...) Ya está. He roto cuatro farolas. ¿Y qué has hecho tú, eh, jipi? Quejarte, ¿no? Lloriquear por las esquinas, ¿no? Pues hablando no vas a conseguir que se acabe la contaminación lumínica esa. Fíjate que yo estoy a favor y he roto cuatro (4 --IV--) farolas. He hecho más por el bienestar de las estrellas en un rato que tenía libre que todos los comunistas del mundo desde que cayó el muro de Berlín. Y además me he desahogado. Tirar piedras mola. Las agencias de viajes deberían ofrecer fines de semana de intifada. Mejor que un spa. Es que llevo un estrés encima que no me aguanto. En serio. Es que julio es un mes malísimo: el trabajo es el mismo y están todos de vacaciones. Yo también me hubiera ido, pero ya se sabe, el jefe tiene prioridad para escoger. Qué le vamos a hacer. En fin.


 
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