Jaime, 31 de marzo de 2008, 15:06:34 CEST

Cómo fomentar el transporte público


Tengo unas cuantas ideas para fomentar el transporte público, sin necesidad siquiera de recurrir a las modelos conductoras desnudas. Porque esta idea es sexista, aunque la culpa no es mía, sino de las modelos que se desnudan, que me hacen tener estas ideas. Malditas machistas sin escrúpulos. Deberían limitarse a enseñarnos lo bien que les quedan —y podrían quedar a otras personas— los abrigos y los jerseys de cuello de cisne, y no ir desnudándose por ahí, ofreciéndose voluntarias para conducir autobuses y fomentar así el transporte público. Deberían estar todas en la cárcel. Siguiendo con el tema del transporte público, yo creo que lo usaría más gente si se utilizaran trenes (o algo parecido) que fueran bajo tierra, ahorrándose así los semáforos y los problemas de tráfico. Sí, sé que esta solución es muy similar a la que ya ofrece el metro de algunas grandes ciudades como por ejemplo Bilbao, pero yo pintaría los vagones de diferentes colores, para hacer el viaje más alegre. La gente diría: "Vamos a subirnos a esos vagones de colores". Y no como ahora, que dicen: "Oh, prefiero ir en mi coche rojo antes de montarme en ese tren blanco. Blanco. Pf. Blanco. Si fuera de colores, como por ejemplo rojo y azul y verde y amarillo, aún, pero blanco. Pf". La psicología es curiosa. Porque la gente le da mucha importancia a los colores que tienen las cosas por fuera cuando muchas veces, como en el caso de los coches, las ven sólo por dentro. Si fuera Coelho o Bucay, aquí podría introducir una reflexión preciosa sobre lo superficial y lo verdaderamente importante, pero a mí no me han practicado ninguna lobotomía. Otra gran idea que se me ocurrió a mí solito sin ayuda de nadie es la de poner pantallas de televisión en los andenes, con imágenes, música odiosa y noticias estúpidas leídas por un tipo que apenas sabe simular interés, para evitar que alguien, no sé, pueda leer tranquilamente. Todo el mundo sabe que leer es aburrido, pero escuchar a un cretino elogiando una pastelería de Barcelona es superentretenido. Así iría más gente en metro. Seguro. La gente hace cualquier cosa con tal de ver la tele. Como comprarse una y llevársela a casa, donde la conecta a la corriente y la enciende, sentándose delante y prestando atención. Cuántas molestias, pudiendo bajar al metro a hacer lo mismo. Tengo otras ideas, todas igual de buenas: cobraría más barato el transporte público que el privado. Es decir, calcularía lo que cuesta un viaje en coche o en moto, por la gasolina y demás, y cobraría el billete de metro o de autobús a un precio considerablemente inferior. El billete saldría a unos veinte o treinta euros por trayecto. Sí, ya, no sé cómo no se le ha ocurrido a nadie antes. También pondría asientos en los metros y autobuses. Para que la gente pudiera sentarse. Ésta es buena. Porque a nadie le gusta pasar veinte minutos de pie. A no ser que sea alguien muy alto y desee pavonearse de los excesos que la genética ha cometido en su cuerpo. Lo malo es que no todo el mundo podría sentarse, ya que el espacio es limitado. Pero eso se solucionaría con metros de dos pisos. El segundo sin capota. Así el tipo ese tan alto que va tan de chulo podría sufrir un accidente al entrar en un túnel, accidente del que la única responsable sería su vanidad (dijo Bucay). Hablando de espacio, este texto se está alargando hasta niveles insufribles y por favor no hagamos chistes de sexo, así que he decidido añadir otro párrafo —en concreto, éste— con aún menos contenido, para que la dura tarea de leer en pantalla sea aún más desagradable. De nada, de nada. Otra buena idea para hacer que la gente opte por el transporte público sería permitir fumar en algunos vagones o autobuses. Serían los llamados vagones de la muerte. Tendrían las ventanas selladas y las puertas irían equipadas con un sistema de no-ventilación (mediante una barrera de aire generada por pequeños ventiladores), que impediría la salida de humo cuando se abrieran para dejar entrar (casi nunca salir) a los viajeros fumadores. Cada tres horas, se retirarían los cadáveres de estos luchadores por la libertad y, quizás, se remataría a los agonizantes. Es que yo creo que todo el mundo debería poder fumar si le apetece. Pero fumar de verdad. Hasta el final. Uno cigarrillo tras otro y encima de otro hasta morir asfixiado en tres semanas. Las medias tintas son para... Er... No sé, para los calamares... Los calamares cortados por la mitad, supongo. Los llamados "cala" (o "mares", según por dónde se corten). Si todo esto fallara, se podría recurrir a las modelos desnudas, siempre aclarando que no es una medida sexista porque también habría hombres. Encerrados en las oficinas, por supuesto. Y a oscuras.


 
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