Jaime, 13 de octubre de 2002, 16:43:00 CEST

Coelho


Preguntarle a alguien cuál es su disco preferido o su libro de cabecera es algo extremadamente cruel y peligroso. Sobre todo, porque a veces te responden sin ambages y últimamente ciertas personas tienden a decir "Paulo Coelho", sin tener en consideración el estado de shock en el que pueden sumir al inocente que ha preguntado. Su escritura es una sucesión de máximas de baratillo, pseudofilosofías obvias y moralinas del tres al cuarto. Su estilo está enraizado en los géneros históricamente más demagogos: las parábolas bíblicas, las conversaciones socráticas y las grandes revelaciones de dos líneas de los orientales. Coelho intenta responder a las preguntas vitales de sus lectores por la vía rápida, desvelarles todas las verdades ahorrándose el esfuerzo del razonamiento filosófico o, siquiera, de la novela de ideas. Al final del camino, el caminante encontró un cruce y en el centro del cruce, un buda, meditando. El caminante le dijo al buda "oh gran buda, ¿y a dónde iré ahora?" El buda interrumpió su oración, miró al caminante con su ojo izquierdo, miró al camino con su ojo derecho, y le desveló la verdad: "Un hombre sabio no hace esas preguntas, pues sólo tiene dos senderos" "¿Y cuáles son?" le preguntó el caminante. "Uno, seguir caminando, aunque no haya camino. Y el otro, hacerse rico vendiendo más de 27 millones de ejemplares de tus bestsellers".
 
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