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abril |
Como en los viejos tiempos
El cuerpo de J. R. fue hallado sin vida en su domicilio, después de que los vecinos alertaran a la policía, al extrañarse de llevar varias noches sin oírle volver borracho a casa, tropezando y hablando solo, con la vana intención de hacer creer a todo el mundo que había ligado. Según el informe forense y aunque el golpe mortal fue consecuencia de clavarse un cactus --o cacto-- en la nuca al caer de espaldas, el cadáver mostraba varios moratones y fracturas, "producto de una serie de golpes que se habían ido produciendo durante varios meses", en lo que fuentes policiales han calificado de "paliza a cámara lenta". La policía cree que el origen de estos golpes estaría en unas cartas halladas en el apartamento de J. R., cartas que serían parte de una pelea por correspondencia. Las normas de este macabro juego son claras: no se permite ningún tipo de arma y hay que dar un golpe por cada carta. Las peleas se prolongan durante semanas o a veces meses y se ha constatado que las apuestas que rodean estos eventos alcanzan sumas desorbitadas, de hasta doce o quince euros. No hay que despreciar el riesgo que suponen estas peleas: un agente leyó varias de las cartas sin tomar las debidas precauciones y terminó con tres costillas rotas, magulladuras en el rostro y, a consecuencia de los golpes en la cabeza, unas irresistibles ganas de comprarse discos de Amaral y de La oreja de Van Gogh. De todas formas y ante la ausencia de pruebas definitivas, no se ha descartado la posibilidad de que esta pelea por correspondencia no sea más que una trifulca originada en la cola de alguna oficina de correos.