Jaime, 6 de febrero de 2008, 15:26:56 CET

Nueva decoración


Cambiaron las sillas y nos pusieron unos taburetes. Luego trajeron los escritorios nuevos: unas mesas demasiado altas y demasiado estrechas. También quitaron los fluorescentes de toda la vida y nos pusieron unas lámparas de diseño diminutas en las paredes, a metros de donde estábamos. No se veía nada. Después de unas cuantas borracheras, nos dimos cuenta de que el dueño había vendido la oficina y el comprador había montado un bar. Lo peor era que cobraba entrada y no nos hacía descuento. Tardé casi un año en encontrar otro trabajo que me gustara. Para entonces ya tenía el hígado destrozado.


 
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