Jaime, 15 de mayo de 2007, 15:02:49 CEST

Ay


Resulta que le han prohibido a un tipo cocinar un bogavante en el teatro. El caso es que para cocinarlo como él quería, a la cántabra, el tipo tenía que agarrarlo vivo, golpearlo, cortarlo y asarlo. Sí, bueno, es un poco bestia, pero ¿por qué no se puede hacer en el teatro y sí en los restaurantes? ¿Eso significa que si se toreara en los bares, nadie protestaría por la crueldad del toreo? Por cierto, ¿cómo es posible que el toro no gane casi nunca, si es más grande y a menudo huele mejor que el torero? A ver, si el torero usara su astucia y su inteligencia, aún, pero lo único que hace es dar vueltas tontas con un trapito. El toreo es absurdo. Deberían prohibirlo por ilógico. En todo caso y de nuevo, La decadencia del ingenio se pone de parte de la libertad creativa. En una iniciativa sin parangón --a todo esto, ¿qué significa parangón?--, el chimpancé cocinero de este blog va a atontar, cortar y asar a un bogavante en directo, para protestar por esta absurda censura. Por cierto, el bogavante este es asqueroso. Es como un insecto grande y rojo. Te lo encuentras en el suelo de la cocina y vas corriendo entre chillidos histéricos a buscar el Cucal. No entiendo cómo la gente se come eso. Es repugnante. Y, en realidad, no sabe a nada. Por dónde iba... Ah, sí, en todo un parangón, nuestro cocinero ha agarrado al bogavante por la cola y se dispone a golpearlo. Los flashes se disparan, el cocinero sonríe y saluda a los fotógrafos. No en vano, uno de ellos es su primo. Un gran tipo, su primo. Tiene un parangón de los nuevos. Me lo dejó probar en una ocasión... Disculpen, el cocinero está golpeando el bicho contra el mármol... Ah, qué bruto. Ya vale, ¿no? Arg, un trozo de cáscara me ha saltado al ojo. Pero tío, para un poco. Bien, el mono agarra un cuchillo y, a pesar de que el bicharraco aún mueve sus antenas, lo corta en rodajas. Qué bestia. Me estoy mareando. Y el cabrón aún se ríe. Por si acaso, nuestro cocinero, que ya se ha vuelto medio loco, saca una pistola y dispara dos, tres veces al bogavante. Un momento, levanta el arma y dispara contra los fotógrafos. Ah, el horror, han caído tres, ahora se gira hacia mí... ¡NO! ¡QUIERE MATARME! ¡ARG, ME HA DADO EN LA PIERNA! Ah, cómo duele, ay... Agg... Ayyyy... Mierda, quema... Arffff... Duele... Ah, ah... Ay... Qué dolor... Ah... Que alguien llame... ay... a un médico... Ayyyyy... Ay... Ah... Ah... Ah... Ay... Ayayayayay... Ay... Ah, duele... Cielos, quiere rematarme. Me apunta a la cabeza... Ah, duele... Va a apretar el gatillo... Lo aprieta... Un momento, sigo vivo. Menos mal, se ha quedado sin balas. Finalmente y algo más tranquilo, el cocinero coloca el bogavante sobre la plancha y se pone a silbar alegremente mientras lo asa. Lo malo es que habrá que tirarlo. Tres fotógrafos se habían ofrecido voluntarios para comerse el bicho, pero están muertos. El que queda vivo es alérgico. Y el mono también es alérgico, pero a la pólvora. Sí, otro gran día para el arte. Ay... Duele... Bueno, ya lo dicen: crear es un proceso doloroso, que provoca sufrimi... Ay... Joder, cuánta sangre... Bueno, si eso, ya seguiré... ay... cuando vuelva del hospital.


 
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