Humo (primera divagación)
Es curioso cómo mucha gente te asalta en medio de la calle para pedirte un cigarrillo. No sé, a mí me gustan los caramelos de menta y no voy por ahí pidiéndoselos a extraños.
El caso es que cuando me piden un cigarro no me conformo con contestar con un simple "no", sino que hago toda una declaración de principios: "No fumo". Aunque, claro, eso no responde exactamente a lo que me preguntan.
Uno de mis amigos suele contestar al "¿tienes un cigarrillo?" con un "sí, pero fumo negro". La mayoría lo rechaza. El racismo llevado al tabaco. Prefieren quedarse sin fumar antes que aspirar humo negro. Lo suyo es el tabaco rubio, o sea, ario. Aunque, claro, mi amigo lo que prefiere es no compartir sus cigarrillos afroamericanos con el primero que pasa por la calle.
Supongo que entre el tabaco negro y el rubio hay diferencia. Yo no la noto: me huelen ambos igual de mal, aunque no tan mal como los puros, cuyo tufo me provoca, literalmente, náuseas. El tabaco de pipa, de olor más dulzón, no me molesta tanto.
Supongo que la diferencia entre el rubio y el negro será, más o menos, como la que hay entre el vino tinto y el vino blanco; o entre el chocolate con o sin leche. Pero estos símiles tampoco me sirven de mucho: no sé de vinos y en cuanto al chocolate, sencillamente, me gusta todo.