Jaime, 15 de junio de 2006, 10:28:59 CEST

Juicio político


La opresora justicia española suma un nuevo nombre a su larga lista de presos políticos: JAIME RUBIO. Anoche dos mossos d'esquadra me sacaron del hospital en el que estaba ingresado para llevarme ante un juez, en otra muestra de lo que ellos (los poderes fácticos) llaman "justicia rápida" y yo denomino en un hábil juego de palabras "IN-justicia rápida". En aquella pantomima de juicio --o IN-juicio--, el fiscal me acusó de haber conducido borracho un coche robado a lo largo de trescientos metros, para frenar bruscamente al incrustarse una farola en el motor del vehículo, sin que aún se sepa bien cómo. Ya en el hospital, antes de que se personaran los agentes de seguridad --o IN-seguridad-- y siempre según la versión del estado opresor, agredí a un camillero, exigí ser examinado por una doctora a la que yo pudiera examinar previamente y me reí de un señor al que le comunicaban que tenían que extirparle la pierna izquierda. Cuando el fiscal terminó su perorata, yo me puse en pie con decisión y energía. Me dio una bajada de tensión y tuve que volver a sentarme. Pedí un vaso de agua. Y una aspirina. Me recomendaron que no mezclara la aspirina con el alcohol, así que acepté la pastilla de ibuprofeno que me ofrecieron. Pedí que me trajeran algo de comer. Me sirvieron un café con leche y un croissant reseco. Protesté. El juez denegó la protesta, dando una (otra) clara muestra de parcialidad. Diez minutos más tarde me volví a poner en pie, con tranquilidad y sin prisas. Reproduzco las palabras con las que construí una defensa sólida, inteligente y obviada por los intereses políticos de aquel tribunal: "Señoría, es obvio que este juicio no es más que un montaje que intenta ocultar ante la opinión pública y por intereses partidistas, las motivaciones políticas, activistas, de concienciación y de movilización que yo, el acusado, buscaba con las acciones que el fiscal ha descrito como 'estragos de un alcohólico medio idiota'. Aquí el único idiota que hay es usted, señoría, si cree que va a impedir que dé a conocer a los ciudadanos el verdadero, profundo y revolucionario sentido de mi protesta. Un verdadero idiota. Lo repetiré otra vez: idiota. I-dio-ta. Idiota". El juez no pareció apreciar mi divertido recurso retórico y ordenó que un par de alguaciles me dieran una paliza. Sentenció que se me retirara el carné de conducir y se me impusiera una multa de tres mil euros por desacato. Al enterarse de que mi carné ya estaba retirado y al suponer que yo era un, cito textualmente, "rojo ignorante de mierda", me condenó a leer En defensa del capitalismo global, de Johan Norberg. Lo he comenzado esta mañana y puedo asegurar que así no hay quien deje la bebida. Me he ido a dar una vuelta con Farruquito, a ver si me despejaba. Conducía él. No ha atropellado a nadie, pero una señora ha insistido en inspeccionar los bajos del coche, con el coche en marcha. Si es que la gente está fatal.


 
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