Jaime, 17 de mayo de 2006, 9:01:35 CEST

De toros


El diario 20 minutos ha decidido dejar de publicar noticias taurinas (vía Elías). En una línea similar, yo he decidido no hablar de fútbol en este blog, excepto para insultar a los forofos. El caso es que yo fui cronista taurino. Y eso que me gustan los animales. Poco hechos, además. No duré mucho, pero aún guardo la --sí, LA-- crónica que escribí, hará cosa de un par de años. La reproduzco, a pesar de su escaso interés.

"La corrida (ja ja ja) de José de la Rueca, el niño de Chernóbil, abre la tarde. Mientras me tomo un finito al que me invita la afición de la Maestranza, veo cómo el torero se planta en medio de la plaza con un pijama ridículo y un mantel rojo. "Será muy hombre --comento-- pero lleva los pantalones de color oro y rosita". "Venga, dale al fino" es la única respuesta que me dan. Sale el primer toro de la tarde, negro y gordo, babeando furia y buscando al niño de Chernóbil con los pitones limados y la vista perdida, toda endrogada. De la Rueca se acerca al bravío animal español, que se desploma, vomitando. La resaca no se la quita nadie. El público tira un par de... ¿son cojines? ¿Por qué tiran cojines? A mí me cae más fino. Más fino llega también el segundo de la tarde, del redil de los Osborne. Los toros de Osborne son machos, salvajes y nerviosos. Los animales de este criador son tan bravos que sus vacas no dan leche, dan ese coñac que cuando te lo bebes te salen pelos en el pecho. De la Rueca tiene problemas para controlarlo, aunque le endosa un par de verónicas y una media chicuelina que lo dejan mareado. Buena faena de los banderilleros, aunque a uno se le escapa uno de los pinchos esos y deja tuerto al concejal de urbanismo, para disfrute del público, que recibe la estocada accidental con aplausos. El picador se dedica a lo suyo, a picar, y le dice al toro cosas como "va, venga, cornéame, cobarde, va, no tienes lo que hay que tener, ¿eh?", y demás. El toro, enfurecido por las heridas y los insultos, brama bravo contra los comunistas que están rompiendo España. De la Rueca pierde la concentración, mientras el toro cornea con su lengua bañada en sangre a vascos y a catalanes, a socialistas y a okupas, a gente de mal vivir en general. Valiente, De la Rueca se acerca al toro, casi besándole, y le habla de los éxitos de Zapatero. "Ya no estamos en Iraq --le suelta-- y Eta se rinde". Interludio. Sale el alegre y bravo ballet de hipopótamos enanos. Durante algún tiempo se puso en duda que este número fuera apropiado para el ambiente --¿ambiente?-- hombruno --ah, ambiente... hombruno-- que se vive en las plazas, pero lo cierto es que el público acoge con aplausos y lágrimas de emoción la interpretación que estos hipopótamos hacen de un fragmento de La señorita y el gamberro, de Shostakovich. Los puristas, indignados, aprovechan para estirar las piernas y, como su propio nombre indica, encenderse un puro. Son pocos, pero los puros huelen tanto y tan mal que uno de los hipopótamos protesta, alzando lo que sería un puño si no se tratara de un hipopótamo. Ah, la eterna lucha entre fumadores e hipopótamos. Termina el espectáculo y vuelve el toreo. El fino va cayendo mientras la dialéctica domina la arena. Los señoritos de la sombra están con el toro. Los descamisados del sol, con el torero. Con tanto fino, tengo que dejar mi asiento y hacer algo que nadie puede hacer por mí. Tropiezo y ruedo escaleras abajo. Quedo tendido en el tendido. En el hospital, ya cuando salgo de entre las brumas, me dicen que fue una buena tarde y que el cuarto toro salió a hombros, después de comerle el hígado a Joseli el Garrulo y de cornear a tres tipos del público. Indultaron al torero, aunque sigue pendiente el juicio por conducir borracho. Hablando de conducir, el toro Ferrari pilotado por Michael Schumacher consiguió la vuelta rápida, para alegría de los tifosi que tiñeron de rojo las gradas de la Maestranza."

Por algún extraño motivo, los del diario no me volvieron a llamar. Ni siquiera publicaron la crónica. Y siguen poniendo excusas ridículas para ahorrarse el pago convenido. En todo caso, que quede claro que me ofrezco voluntario para redactar crónicas taurinas en el diario 20 minutos. Incluso futbolísticas. Porque también fui cronista deportivo. Recuerdo aquella que comenzaba: "El fútbol es para imbéciles y los campos están llenos cada domingo..." Tampoco fue bien recibida. Temas políticos, claro, siempre me censuran por temas políticos. No soportan a los independientes. Ya me lo dicen en el partido, que diga que soy independiente para que así no me soporten. Concretamente, me dicen, y copio del correo del secretario de organización: "Tú diles que vas por libre, así das la imagen de que somos un partido plural y todas esas tonterías que les gustan tanto a esos cretinos que nos votan".


 
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