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abril |
Genocida
Jaime Rubio fue juzgado anoche por no reciclar. El juicio se celebró a las tres de la mañana para evitar que una violenta turba de ecologistas se lanzara sobre el acusado y lo linchara como este cronista cree modestamente que merece. Rubio comenzó asegurándole al juez que quería defenderse a sí mismo. Sin embargo, el magistrado le negó esta petición, alegando que el caso era demasiado complicado y serio como para que el acusado se pudiera arriesgar a no tener una defensa justa y adecuada. Así pues, le representó un abogado de oficio, Telesforo Domínguez, famoso por ser el primer chimpancé en licenciarse en Derecho. Durante el interrogatorio al que le sometió el nunca bien ponderado fiscal, Rubio admitió los cargos: "No reciclo porque es demasiado difícil. ¿Dónde pongo el polietileno? ¿Eh? ¿DÓNDE, MALDITO BASTARDO, DÓNDE? ¿Ves como no es tan fácil?" El fiscal le aseguró que con los plásticos y le propinó una sonora bofetada. Rubio adujo que había intentado reciclar durante casi un mes: "Pero con tanto cubo y con el lío de los horarios, les aseguro que el mundo se me vino encima. Fíjense, traigo el parte de lesiones que prueba este accidente". De todas formas, el documento sólo confirmaba que lo que le había caído encima era el norte de Suecia y no el mundo entero. El fiscal añadió que reciclar requería un esfuerzo, sí, pero que este trabajo se veía prontamente compensado por la satisfacción de haber salvado el mundo. "Aprenda de los alemanes --explicó--, gracias a ellos se han salvado hasta el día de hoy mil doscientas cuarenta y siete focas y veintitrés ballenas". El chimpancé Domínguez adujo que no España no es Alemania, a lo que el juez le dio la razón. "Los alemanes --dijo-- son otra cosa. Saben trabajar, y no como aquí". "Tienen otros horarios", añadió el fiscal. "Claro --dijo el juez--, es que es otra cultura". "Centroeuropea", concretó el mono. El abogado de Rubio centró su alegato en su experiencia como chimpancé: "Los monos, igual que todos los seres vivos, dependemos del reciclaje para sobrevivir. Un día de estos el mundo explotará por culpa de gente como Jaime Rubio. Sí, merece un castigo, pero también nuestra compasión. Es un pobre borracho que no duerme las horas que necesita y cuyo único amigo es un pececillo de colores que lleva tres días muerto". El discurso emocionó al juez, que condenó a Rubio a la pena mínima: diez años de trabajos forzados en una planta de reciclaje, fabricando abono a partir de restos orgánicos.