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abril |
El acusadito
Jaime Rubio vuelve a reincidir: este impresentable conocido por deberle dinero a todo el mundo menos al banco ha sido conducido ante el juez por tercera vez en apenas cinco semanas. En este caso, por declarar públicamente que El Principito es --disculpen que este cronista haga una pausa ante la desagradable tarea que supone reproducir sus palabras-- "tan pedorro como los libros de Coelho". Más: en el interrogatorio de la policía y a pesar de las en este caso razonables torturas, Rubio aseguró que la sublime obra de San Antoine de Saint-Exupéry es "una petardada, es el libro más moñas que he intentado leer; hasta la versión porno es cursi". En esta ocasión, Rubio sí que contaba con abogado: un conocido asesino a sueldo de la mafia búlgara, que fue arrestado nada más poner los pies en el juzgado. "Esto es un atropello --bramó Rubio--, ese señor estudió Derecho en la cárcel, merece un respeto. Además, no reconozco a este tribunal". El juez levantó una ceja en señal de sorpresa, cosa que llevó a Rubio a ceder: "Pero su cara me suena, señoría". "¿Acaso nos conocemos de algo?", preguntó el juez. "Si se me está insinuando --advirtió Rubio, antes de recibir una sonora y merecida tunda por parte de los alguaciles-- ha de saber que a mí me gustan más altos y con un oficio respetable". Rubio apenas si pudo resistir los embates en este caso verbales del fiscal, que recordó que El Principito es una sensible y bella metáfora acerca de la condición humana y de la importancia de la imaginación, de la inocencia y de vivir en espacios pequeños, bien cuidados y con alguna que otra planta. "Además --añadió el fiscal-- no sé qué tiene de malo Coelho". El propio juez dijo que a él le había encantado El zahir y se oyeron voces desde el público que explicaban que habían leído El Principito varias veces y que era su libro favorito. Bueno, ése, Los pilares de la Tierra y El código Da Vinci. El acusado se limitó a balbucear frases incoherentes como "eso es un maldito sombrero y no una boa, niño estúpido, no me extraña que no tengas padres, seguro que te abandonaron". El tiro de gracia llegó cuando el fiscal le preguntó a bocajarro por su libro favorito. "Yo no tengo libro favorito. Ni disco ni película ni calzoncillos favoritos. Yo estoy por encima de esas cosas". "Entonces --siguió el fiscal-- comparta con nosotros alguno de los libros que más le han gustado". "Bueno, este año he comenzado uno que no está mal, Aprenda ruso en diez días". A la pregunta de cuánto tiempo llevaba aprendiendo ruso en diez días, Rubio contestó que poco más de siete meses. El fiscal concluyó con un sonoro, pero efectivo "no hay más preguntas". Jaime Rubio fue condenado a leer El Principito y hacer un resumen o a pagar una multa de 301 euros. Pagó la multa.