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abril |
El balanceo de los brazos
El doctor Hans Adenauer me recibe en su despacho de la facultad de Medicina de Leipzig. El hermano de Jakob Adenauer es un tipo rollizo y con el pelo liso y castaño. Nada que ver con su hermano, delgado y con el pelo blanco y los ojos azules, casi como un albino. --Entonces --comienzo--, usted ha investigado por qué balanceamos los brazos mientras caminamos. --Así es. El balanceo de los brazos al caminar y al correr sirve para impulsar los latidos del corazón y compensar así el esfuerzo resultante de mover las piernas. Hasta el punto de que si al caminar no balanceamos los brazos podemos sufrir un infarto de miocardio. --¿Un infarto? --Exacto. Las pruebas realizadas lo confirman. Pusimos a veinte personas a caminar sin mover los brazos y siete de ellas acabaron sufriendo un ataque al corazón. Pudimos salvar la vida de cuatro. En cambio, en el grupo de control, en el que sí se balanceaban los brazos, sólo una persona sufrió un infarto. --¿Cuánto caminaron? --Apenas ciento veinte quilómetros con descansos de quince minutos cada treinta quilómetros. --Entonces usted recomienda a todo el mundo que balancee los brazos al caminar. --Si no se quiere morir de un ataque al corazón, sí. Obviamente, los suicidios serían otro tema. Pero hay más. --Diga. --No basta con balancearlos. El movimiento ha de ser simétrico. Es decir, cuando se adelanta la pierna derecha, el brazo izquierdo es el que ha de ir también hacia adelante. No es buena idea que sea el brazo derecho el que vaya hacia adelante si se avanza la pierna derecha. Además, es más difícil de lo que parece. --¿Se puede sufrir también un infarto si el balanceo no es simétrico? --Sí, pero en este caso cerebral. En el experimento realizado con otras veinte personas que caminaban de este modo tan absurdo, ocho padecieron un ataque a los sesenta o setenta quilómetros de marcha. Cuatro de ellos murieron y otros dos quedaron hemipléjicos. En el grupo de control no hubo ni un caso similar. Una pena tanta muerte, sin duda, pero esto ha supuesto un gran avance para la ciencia. Ahora sabemos bastante más acerca del funcionamiento del sistema cardiorespiratorio. Y esto no lo podíamos probar con ratones. --Claro, los ratones no balancean las patas. --Exacto.