Jaime, 15 de junio de 2005, 11:25:23 CEST

Puedo correr, pero no esconderme


A: Hombre, B, cuánto tiempo sin verte. B: Espera, aún no estoy aquí. A: ¿Qué? B: Que aún no he llegado. A: Cómo que aún no... B: Espera un momento y ahora te explico. A se cruza de brazos y se queda callado. B se lo queda mirando sin saber qué hacer y sin atreverse a decir nada. B: Ya estoy aquí. A: Pues ahora que lo dices, te veo como más tú. B: Claro, es que acabo de llegar. A: ¿Y hace un momento? B: Verás, es que estoy huyendo de mí mismo. A: Pero si no puedes huir de ti mismo. B: Ya, porque siempre sé dónde me escondo. Pero merece la pena intentarlo. La semana pasada estuve tres días sin encontrarme. A: ¿Y qué tal te fue? B: Bien, me sentí, no sé cómo decirlo, me sentí... Bueno, en realidad no me sentí, como no estaba... A: Claro. Pues ahora que comentas esto, igual me puedes ayudar. B: Dime. A: Es que llevo unos días sin encontrarme bien. B: ¿Ya te has buscado? A: De eso se trata: me he buscado por todas partes, pero sigo sin encontrarme. B: A mí eso me pasó una vez. Resultó que mi madre había hecho limpieza en la habitación y me había tirado. Le tiene manía a los trastos viejos. A: ¿Y qué hiciste? B: Pues me tuve que comprar otro. A: Buf, no sé si estoy para gastos. Además, me había tomado cariño. B: Ya, a mí me pasaba lo mismo, pero uno nuevo siempre viene bien. Además, ahora son más pequeños y más ligeros. Y tienen un montón de opciones nuevas. A: No te digo yo que no, pero me sigo pareciendo caro. Y además, igual acabo encontrándome. Ya sabes cómo es esto: cuando dejas de buscar, las cosas aparecen en el lugar más tonto. B: Bueno, tú verás. De todas formas, no es un gasto inútil. Al fin y al cabo, se trata de algo que usarás; no es lo típico que compras y dejas tirado en un cajón. A: No, eso sí. B: Bueno, sí me disculpas, me tengo que marchar. A: No te entretengo. B: Adiós, nos vemos. A: Que vaya bien. B se cruza de brazos. B: Es que me doy ventaja. A: ¿Cómo? B: No, que estoy huyendo de mí mismo. A: Eso ya me lo habías dicho. B: Y ahora hasta me doy ventaja. Como sé dónde voy a ir, me pillo siempre. Pobre, nunca aprenderé que no se puede huir de uno mismo. A: Claro. B: Mírame, ahora voy para el mercado. Me voy a pillar en seguida. A: Bueno, yo voy tirando. B: Adiós. A: Adiós.


 
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