noviembre 2024 | ||||||
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abril |
De obras
Ayer tuve que mover el coche porque en mi calle están haciendo nada menos que unas catas geológicas. Y es que justo enfrente de mi casa pasará el túnel que llevará el ave hasta la estación de Sants. Es decir, ante la posibilidad de que se hundan unos cuantos edificios como en el Carmel, o de que salgan grietas hasta en los colchones como en la Teixonera, las autoridades más o menos competentes han decidido pensárselo bien antes de hacer este túnel y añadir el tres por ciento de esfuerzo necesario para que los vecinos del barrio no acabemos en un hotel. Ahora, la cosa no deja de ser cutre. Y es que por las vías que tenemos aquí enfrente pasan el metro y los trenes de cercanías a nivel de calle y al aire libre. No hay túnel hasta llegar a la Plaza de Sants. Pero, claro, un tren como el ave tiene que ir bajo tierra cuando pasa por en medio de una ciudad, por mucho que este ave nuestro más que de alta velocidad vaya a ser de velocidad mediocre. La solución lógica hubiera sido aprovechar que hay que hacer este túnel para soterrar también las vías de metro y cercanías, pero como la cosa era carilla --buf, esto va a subir mucho y no va a quedar nada para gastos de protocolo--, las autoridades más o menos competentes se van a conformar con poner una especie de cajón de hormigón para tapar trenes y vías. Como si fuera el Ibertrén. Pues ya puestos, yo prefiero ver (y oír) el Catalunya Exprés de turno a salir al balcón y tener allá abajo una mancha gris de cemento.