noviembre 2024 | ||||||
---|---|---|---|---|---|---|
dom. | lun. | mar. | mié. | jue. | vie. | sáb. |
1 | 2 | |||||
3 | 4 | 5 | 6 | 7 | 8 | 9 |
10 | 11 | 12 | 13 | 14 | 15 | 16 |
17 | 18 | 19 | 20 | 21 | 22 | 23 |
24 | 25 | 26 | 27 | 28 | 29 | 30 |
abril |
Cuarenta y dos euros
Teresa Martín comparte con no pocas personas una manía: mientras habla por teléfono y si tiene papel y lápiz a mano, va haciendo garabatos. No importa que tenga o no que tomar nota de cuanto le digan; es descogar el teléfono y agarrar un boli. Teresa mantiene esta costumbre a pesar de lo que le ocurrió en una ocasión: "Fue el 3 de marzo de 2001, lo recuerdo perfectamente. Estaba en la oficina, me llamaron y, mientras hablaba, fui haciendo rayotes y dibujitos en una hoja de papel. Cuando colgué y vi lo que había escrito, no sé cómo decirlo, me quedé asustada y extrañada. Y también contenta, muy contenta". Y es que Teresa Martín asegura que de modo inconsciente había garabateado el sentido de la vida: una fórmula que explicaba brevemente y con sencillez por qué estamos en el mundo y qué se espera de nosotros. "Incluso daba una respuesta irrebatible a la pregunta de si hay vida más allá de la muerte", añade. El problema fue que la volvieron a llamar justo en seguida. Comprensiblemente nerviosa, mientras hablaba dibujó sobre la respuesta a todas las preguntas un cubo, la cara de un osito, varios números al azar y algo parecido a una serpiente. "Estuve tres días llorando. No podía descifrar nada y lo había olvidado todo. No es fácil retener el significado de nuestra existencia después de sólo un vistazo, por comprensible que resultara una vez puesto sobre el papel. Recurrí a mi novio, a mis amigos, a expertos en caligrafía, pero de ahí no se pudo sacar ni una palabra. Piense que había dibujitos sobre una escritura ya de por sí garabateada sin prestar atención". Lo único que Teresa Martín recuerda es que el sentido de la vida tiene algo que ver con la mermelada de frambuesa. "No estoy muy segura, pero la cosa iba por ahí. Lo que no sé es si había que evitarla o tomar mucha". Una pequeña compensación: usó aquellos números que había anotado durante la segunda conversación para echar una primitiva. "Acerté cuatro --explica--. Cuarenta y dos euros de premio. No está mal, ¿no?"