Jaime, 7 de enero de 2005, 10:55:47 CET

El bosque


Supongo que Eugeni d'Ors cometió un lapsus cuando dijo aquello de que había convertir la anécdota en categoría. Más que nada porque hay que hacer justo lo contrario: elevar la categoría al nivel de la anécdota. Al fin y al cabo, los detalles son más importantes que el conjunto. Asimismo, también son más importantes los sujetos y no los objetos, por lo que intentar ser objetivo, además de imposible, es una tontería. Ya decía Unamuno aquello de que soy subjetivo porque soy un sujeto, sería objetivo si fuera un objeto. El caso es que me está saliendo un párrafo poco anecdótico y no muy subjetivo, así que imagino que lo mejor es citar a Josep Maria Espinàs, sujeto de prosa clara y detallista: "Dicen que los árboles no dejan ver el bosque. Entiendo que se diga con una intención metafórica --los detalles no dejan ver el conjunto--, pero si de verdad hablamos de árboles yo debo decir lo contrario: el bosque no me deja ver los árboles. Quiero decir que la masa arbolada se me impone y no me deja admirar el perfil de un árbol cuando está aislado, perfectamente perfilado, en un campo o un prado". "Si de verdad hablamos de árboles", escribe. Es decir, si de verdad hablamos de algo. Lo demás es blablablá. Más: el árbol no nos deja ver la rama. La rama no nos deja ver la hoja. Y así. A veces se nos imponen las masas. Uno ve cifras y no perfiles. Contornos y no detalles. Encuestas y no preguntas. El todo no es igual a la suma de las partes y a veces casi es mejor dejar las partes sueltas. Esto último ha sonado a cochinada. En resumen: no sería nada raro preferir los fragmentos a la integridad. Según como sea el jarrón, lo mejor es romperlo.


 
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