noviembre 2004 | ||||||
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I'm trying to decipher that
Viñeta de Cox & Forkum sobre el día siguiente a las elecciones: John Kerry buscando sus matices en la ya desolada sede del Partido Demócrata. No he seguido tanto la campaña como para poder decir si Kerry tenía un discurso matizado o si simplemente confiaba en la ambigüedad para captar electores. En todo caso, parece que los matices -los de Kerry o los de quien sea- se identifican casi siempre con indecisión y debilidad. Y es que los detalles, los cambios de opinión, las correcciones, no están permitidos en política. Se prefiere a los políticos con visión túnel -que no es lo mismo que una visión clara-, a los que muestran alguna complejidad en sus ideas. Lo único que acaba contando es el botón que se aprieta: sí, no, abstención. Poco importan las enmiendas, los discursos y las declaraciones que puedan servir para explicar o poner condiciones a ese voto. Poco importa que en realidad sea imposible poder contestar a todo con síes, noes y abstenciones. Es extraño, porque todo el mundo -o casi todo el mundo, vaya- prefiere a quien rectifica cuando se equivoca, a quien no lo ve todo en blanco y negro, a quien disfruta con los detalles. A no ser que se hable de políticos: en este caso, se premian la terquedad y la simpleza. Pero también es comprensible. Hay gente que necesita líderes. Especialmente los propios políticos. Y los líderes están para ser seguidos ciegamente. Y, claro, para poder seguirlos con los ojos vendados, el camino tiene que ser en línea recta.