La física va muy por detrás de la filosofía. Después de admitir como idea válida -con cierta sofisticación, eso sí- la existencia de átomos que propuso Demócrito unos 400 años antes de Cristo, los científicos llevan prácticamente un siglo intentando explicarnos algunas de las ideas de George Berkeley, filósofo y obispo irlandés, nacido en 1685 y muerto en 1753.
Según la física cuántica, como explica Luis González de Alba en
El burro de Sancho y el gato de Schrödinger, en el mundo subatómico "valores como velocidad, spin, posición y trayectoria, no existen antes de que sean determinados por una observación. Esto resulta tan contraintuitivo como decir que un automóvil con el velocímetro descompuesto no tiene velocidad".
Todo esto no es más que una versión algo más técnica de lo que explicaba Berkeley en el siglo XVIII. Éste aseguraba que todo lo que existe sólo existe en la medida en que es percibido por alguien (sea una persona o Dios mismo). El famoso esse est percipi, vaya.
Quizás si los físicos supieran algo más de filosofía, la ciencia avanzaría más rápido. Simplemente porque podrían robar las ideas de los filósofos directamente, para luego buscar las ecuaciones y demostraciones que las validaran. No, no suena tan mal como parece. De hecho, es método científico: partir de una hipótesis e intentar demostrarla. Eso sí, me pregunto quién será el próximo filósofo más o menos olvidado que recibirá la involuntaria y descuidada visita de la física.