Jaime, 4 de junio de 2008, 9:34:46 CEST

Nadie tendrá excusa para no leer


Está claro que con el ritmo de la vida moderna, no todo el mundo puede dedicar media hora, qué digo media hora, doce minutos minutos y gracias, a la lectura de un buen libro. ¿Quién tiene tiempo para leer hoy en día, con la cantidad de buenas series que hay, por no hablar de todos esos concursos en los que encierran a gente? Ni siquiera se puede leer en el metro. En las estaciones, hay teles con reportajes interesantísimos sobre los nuevos restaurantes libaneses de Gracia; los vagones están llenos de gente, y los móviles traen de serie el sims, el tetris y la discografía completa de U2, que tienen al menos tres discos buenos. El único momento en el que realmente podemos disfrutar de la lectura es cuando subimos y bajamos en ascensor. Por eso estoy escribiendo mis Cuentos para leer en el ascensor. Relatos de dos capítulos: uno para leer por la mañana, cuando se baja a la calle, y otro para leer por la tarde, cuando se regresa a casa, dispuesto a aprovechar el tiempo libre para ver a Risto haciendo ver que es borde. Por ejemplo:

El atraco

  1. Juan comenzó el día atracando un banco.
  2. Pero un policía desbarató su hábil plan gracias a su astucia.

Un amor imposible

  1. Eva quería mucho a Luis.
  2. Pero después de dos años cortaron porque él era... ¡¡GAY!!

Cuentos repletos de emociones y personajes que se quedan en la memoria, con un final sorpresa introducido por alguna que otra conjunción adversativa (no siempre "pero"). Además, está todo calculadísimo: la primera parte siempre es más corta porque hay que contar el tiempo que uno tarda en leer el título. Por supuesto, todo son ventajas: uno no sólo cultiva el espíritu, sino que también puede evitar tediosas conversaciones de ascensor acerca del tiempo o del partido de fútbol de la noche anterior o de lo maleducado que es el del tercero (oh, ¿usted es el del tercero? Hm. Ya. Buen partido, el de ayer, ¿eh?), con un elegante: "Disculpe, ¿no ve que estoy leyendo?" Mi idea es escribir varios libros con veintidós cuentos, para leer más o menos uno al mes y que al final del año uno pueda decir que "lee bastante", sobre todo teniendo en cuenta que "no paro de trabajar, me tienen esclavizado por cuatro duros; el día que me canse lo dejo todo y me voy a vivir al campo". También estoy trabajando en una serie de ensayos, pequeñas joyas del pensamiento (el mío), como por ejemplo:

La sabiduría de Sócrates

  1. Sócrates sólo sabía que no sabía nada.
  2. Así que cada mañana recuerda que seguro que sabes algo más que ese ignorante, como por ejemplo la capital de Francia (París).

Lo importante de la vida

  1. La amistad es importante en la vida.
  2. También lo es reciclar la basura de forma adecuada.

Estoy en conversaciones con varios editores. He recibido una carta nada menos que de Anagrama, firmada personalmente por la impresora de uno de los empleados de Jorge Herralde --¡el gran Jorge Herralde!--, en la que dice: "Le rogamos que deje de enviarnos sus manuscritos o nuestros abogados se verán en la obligación de emprender las acciones legales pertinentes" etcétera, etcétera. Si no quieren que envíe más obras mías, es porque están ultimando los detalles del contrato millonario que me convertirá en un nuevo Ruiz Zafón. Espero que no se me caiga el pelo, ni engorde tanto, ni comience a escribir como uno de los redactores más vagos de Corín Tellado.


 
Menéame Envía esta historia a del.icio.us