Jaime, 19 de agosto de 2003, 13:25:46 CEST

El estiércol, la lumbalgia y los bocadillos


Bocatta ha retirado un anuncio en el que, según algunas sindicatos agrarios, se ridiculizaba la vida en el campo. En este anuncio se veía a agricultores sufriendo algunas de las consecuencias de su trabajo mientras se oía una canción que imitaba estas tontorronas melodías de guitarra y hoguera, sólo que en este caso se hablaba de olor a estiércol, de callos y de lumbalgia. La verdad, a mí el anuncio me pareció gracioso. Más que nada porque hace ya unos cuantos años que se tiende a mitificar la vida en los pueblos, como si mantener unos cuantos almendros y un par de cerdos fuera un trabajo agradable y delicioso, y como si se olvidara los esfuerzos que la agricultura requiere. El anuncio recordaba que trabajar en este terreno es más duro de lo que creen algunos imitadores de hippies. Al menos, más duro que trabajar sentado en una oficina con aire acondicionado. Y recordaba también que por algo la gente del campo se mudó y sigue mudándose a las grandes ciudades, mientras que a los pueblos sólo vuelven unos cuantos jubilados y cuatro neorurales a los que les iría bien ver el anuncio en cuestión. Pero no. El caso es que no se puede decir, ni siquiera en tono de broma, que la vida en el campo no está tan bien y que no somos unos insensatos quienes preferimos las incomodidades de las ciudades a las de los pueblos. Actualmente, decir que la vida en las grandes ciudades es un infierno es incuestionable. Pobre del que se atreva a asegurar que está cómodo en una de ellas. En cambio, opinar que la vida en los pueblos no es tan estupenda como parece es insultar a quienes viven allí. Y el problema, en el fondo, parece que es siempre el mismo. La manía que tienen algunos con tomarse las cosas, y especialmente la publicidad, demasiado en serio.

(Ah, y hola a todos.)


 
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