Jaime, 15 de enero de 2007, 11:07:11 CET

Constancia


María Luisa Velázquez ha batido el récord de mayor tiempo empleado en realizar una maratón. Se apuntó a una carrera que comenzó en Barcelona el 15 de abril de 1964 y cruzó la meta ayer mismo, entre los aplausos de familiares y amigos. "La verdad, entre el trabajo, los niños y las cosas del día a día, creí que no la terminaría nunca, pero estoy francamente contenta y orgullosa de haber podido superarme a mí misma año tras año, gracias a la fuerza de voluntad y a la constancia". María Luisa Velázquez tuvo que dejar la maratón a los pocos minutos de haber comenzado hace casi cuarenta y tres años por "un compromiso de última hora". Sin embargo, retomó la carrera al día siguiente en el mismo lugar en el que la había dejado. A los pocos metros tuvo que retirarse por una caída. En realidad, no se cayó, sino que se calló, es decir, dejó de hablar para respirar correctamente, pero no pudo evitar cometer una falta de ortografía y dar con sus huesos en el suelo. "Me rompí un brazo y, mientras me recuperaba, me enteré de que estaba embarazada y tuve que posponer de nuevo este proyecto de juventud que tanta ilusión me hacía". Durante los siguientes cinco años, apenas arrancó tiempo para recorrer un total de dos kilómetros: "Volví a mi trabajo y poco después tuve a mi segundo hijo. Y antes no era como ahora: las mujeres teníamos que hacernos cargo del hogar y de los hijos, y casi no teníamos tiempo para nosotras". Después, con los dos niños en el colegio, decidió seguir con su maratón: "Al principio sólo me entrenaba: estaba en baja forma y no quería sufrir otra lesión". Por desgracia, nada más terminar su preparación física y reemprender la carrera, Velázquez fue atropellada por una furgoneta. Comprensiblemente, se sintió desanimada tras el accidente. En más de cinco años apenas había logrado completar tres kilómetros y le habían tenido que amputar una pierna. El panorama era desolador. La pierna tardó en crecerle, pero una vez recuperada, María Luisa decidió no echarse atrás: terminaría la maratón, costara lo que costara y tardara lo que tardara. Para evitar más desgracias, no corría más de cinco minutos diarios y no más de dos o tres días por semana, siempre lentito y mirando a los lados antes de cruzar. La cosa aún se retrasó algo más, por culpa de una larga enfermedad que a pesar del adjetivo no era cáncer. Además, en otra ocasión se perdió y no la encontraron hasta cuatro años más tarde, dando vueltas por el supermercado de El Corte Inglés, con cara de agobio. "Pero ya acabé --suspira María Luisa--, ahora espero poder relajarme estos años que me quedan, que tampoco son tantos. Tendré que buscarme un nuevo hobby". Su marido, harto de sustos, le ha comprado una bicicleta estática.


 
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