martes, 13. diciembre 2005
Jaime, 13 de diciembre de 2005, 11:07:35 CET

Un hombre hecho a sí mismo


Los familiares, amigos y socios de Javier Ruidolfo finalmente le convencieron para que acudiera al médico, tras unos cuantos meses de debilidad, malestar, mareos e insomnio. Ruidolfo se negaba, aduciendo que hacía casi nueve años que no pisaba una consulta y que todos los males se curaban trabajando. Durante todas las pruebas que le iban haciendo, el doctor no dejó de mirarle enfadado y con la boca torcida. Le sacó sangre y chasqueó la lengua. Le hizo una radiografía y al ver las placas suspiró. Le auscultó e iba diciendo que no con la cabeza. Le tomo la presión y alzó la vista. Pero no preocupado, sino molesto. --Bueno, ya hemos acabado --le dijo, tras unas tres horitas de paseos por los pasillos. --¿Y qué? Sano como un roble, ¿no? Quizás algo cansado. Desde que murió mi madre casi no como lentejas y no hay nada más revitalizador que un buen plato de... --¿Me permite que le haga una pregunta? --No esperó que Ruidolfo asintiera--: Usted es un hombre hecho a sí mismo. --Eso no es una pregunta, pero sí, yo me hice a mí mismo. Comencé desde bien abajo en la empresa que ahora... --Ya. --Y he estudiado en la universidad de la v... --Sí, sí. --Doctor, no me gusta ese tono. ¿Qué problema hay con haberme hecho a mí mismo? --Pues que usted es toda una chapuza. Mire --le mostró un par de radiografías--, fíjese qué ruina de riñones. Y esos pulmones, qué acabado más tosco. Y el hígado no tiene la textura adecuada. No sé por qué no dejan estas cosas en manos de profesionales. ¿Usted se hace su ropa? --No. --¿Pues entonces por qué se hace a sí mismo? --Yo creía que era una virtud esforzarse por realizarse personal y profesionalmente. --Yo creía yo creía, una virtud una virtud. Pues mire cómo estamos. Esta costilla se le ha descolgado. En su cerebro faltan circunvoluciones. ¿Y se ha contado los dedos de los pies? --Sí, tengo once, pero eso es normal, me dijeron. --¡Eso es una chapuza! Un profesional no le hubiera puesto once dedos, esos detalles se cuidan al máximo. --¿Y qué puedo hacer? Ya estoy hecho, ¿no? --Yo le desharía y comenzaría de cero. --¿De cero? --Sí, descoser y despegar y hala, niño otra vez, pero bien, eh, con sus cinco dedos por extremidad. --Con lo que me ha costado llegar a dónde he llegado. --En este estado le ha costado mucho, desde luego. Yo no me lo explico. --Y siendo bebé, ¿quién me cuidará? --¿No tiene familia? --Sí. Mujer y tres hijos, ya mayores. No me dan más que disgustos. Han salido a la madre, ¿sabe? Unos vagos. --¿Y no les ha cuidado usted hasta ahora? --Y tanto. Si han tenido casa, comida caliente, servicio, tres coches y un par de motos ha sido gracias a mi esfuerzo. --Pues ahora les toca a ellos cuidarle. --¿Sabe? Tiene usted razón. Quiero comenzar el tratamiento ahora mismo. Deshágame y hágame de nuevo. En plan profesional. --No se sentirá decepcionado. Hago unos corazones que son una maravilla. Y unas córneas, qué córneas hago... Gané un premio hace unos años por mis córneas. --Estupendo. Quiero las mejores córneas. ¿Qué tal se le dan los riñones? Porque a mí me duelen muchísimo cuando va a llover. --Le seré sincero. Los riñones no me salen tan bien como las córneas, pero no le dolerán, desde luego. Como mucho alguna molestia si levanta mucho peso. --Estupendo, me parece correcto. Las córneas son buenas, ¿eh? --De las mejores. --Estupendo. Y el corazón... --El corazón es prácticamente una máquina de movimiento perpetuo. --Estupendo. ¿Cuándo empezamos? --Ahora mismo. Vuelva a quitarse la ropa y acuéstese en la camilla. --Estupendo. Sí, sí. Estupendo. Con un mejor cuerpo y energías renovadas podré dedicarme aún con más entusiasmo a la empresa. Tengo una gran compañía. Fabricamos y distribuimos los mejores tornillos de Europa. En Estados Unidos hay una empresa de tornillos mejor y más grande, pero ya se sabe, los americanos son los americanos. Mientras Ruidolfo hablaba, el doctor abrió un armario y sacó un hacha. --¡Hombre, doctor, no me joda! --No se preocupe, pasaré un algodón empapado en alcohol por las zonas de corte para evitar infecciones. --Ah, bueno... Y esto es normal... --Es lo mejor. No hay nada como ponerse en manos de profesionales. --Sí... Nada de chapuzas. Muy profesional, como a mí me gusta. --Ya verá qué córneas.


 
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