viernes, 23. septiembre 2005
Jaime, 23 de septiembre de 2005, 10:30:59 CEST

La queja


A: Buenos días, vengo a presentar una queja. B: Eso ya lo sabía, esta es la ventanilla de quejas, así que lo normal es presentar quejas. Pero no, todo el mundo tiene que venir aquí a decir que va a hacer lo que todos sabemos que va a hacer. Presente la queja y punto, y si se ha equivocado de ventanilla, ya le diré yo... A: Bueno, bueno, no hace falta ponerse así. B: Me pongo como quiero. Esta ventanilla es bidireccional. ¿Me expone su queja o qué? No tengo todo el día. A: Verá, ayer recibí la carta certificada conforme me morí la semana pasada. B: Aham. A: Y dejando aparte el detalle de que no estoy muerto, en mi expediente pone bien claro que la fecha de mi muerte es dentro de... B: Ya sabe que los expedientes son provisionales. A: Sí, pero no conozco ningún caso en el que la fecha de la muerte se haya cambiado sin previo aviso. B: ¿No? ¿No conoce ningún caso? A: Pues no. B: Pues yo conozco cuatro. ¡Siguien...! A: ¡No, espere! ¡No puedo estar muerto! ¡Tengo entradas para la ópera! Menudo desperdicio. B: La verdad es que las entradas son caras. A: Claro que lo son. B: Se las compro por la mitad de lo que le costaron. A: ¿Por la mitad? B: Es que a mí la ópera no me gusta mucho. A: Pues a mí sí. Y quiero ir. B: ¿Y quién le ha dicho que no puede ir? A: Hombre, estando muerto... B: ¿No ha oído hablar del fantasma de la ópera? A: Ja, muy gracioso. B: No, en serio, vaya. A: ¿Y qué hay de mi familia? B: Que vaya también. A: Pero, hombre, entiéndame, mi muerte es un duro golpe para mis hijos. Apenas tienen treinta y pico, dependen de mi sueldo. Además, ¿y si mi mujer se vuelve a casar? B: ¿Y a usted qué más le da? A: Comprenderá que no es agradable. Es mi mujer. Yo siempre he sido un pelín machista. Que mi santa se busque a un maromo sacacuartos asaltaviudas no me parece correcto. B: Mire, usted ha fallecido. Relájese, vaya a la ópera, haga todo aquello que siempre quiso hacer después de morir. Como, no sé, ir al cielo, atormentar a ese tipo que le debe dinero o reencarnarse en algún animal divertido, como la foca. A: Sí, bueno, quizás sí, pero ha sido tan de repente. B: A ver, deje que mire su ficha. Hombre, tan de repente no ha sido, lleva siete años con una enfermedad degenerativa. A: Ya, pero era de las que degeneraba a mejor. ¿De verdad que no hay nada que hacer? B: Me temo que no. Es lo que tiene la muerte. A: Pero es que yo me encuentro bien. Incluso me late el corazón. B: Oiga, aquí me pone que está muerto. Y los ordenadores no se equivocan nunca. A: ¿Nunca? B: Dicen que una vez uno se equivocó. A: ¿Y qué pasó? B: Lo fusilaron. A: Me parece fatal, yo estoy en contra de la pena de muerte. Aunque morirse no está tan mal, se lo digo por experiencia propia. B: ¿Lo ve? Si ya se está acostumbrando y todo. A: De todas formas, la verdad es que prefiero estar vivo. B: Si casi ni ha probado lo de estar muerto. Espere un mesecito o así. A: Es que no me convence... Con esto de la genética, ¿no lo podríamos arreglar? B: Buf, eso ya es en otro departamento. A: ¿Y adónde tengo que ir? B: ¡A la mierda! A: ¡Oiga! B: Disculpe, es que este trabajo es un asco. Planta tres, ventanillas de la diecisiete a la veinticinco. A: Hala, otra vez a hacer cola. Gracias, buenos días. B: De nada. ¡Y use un maldito desodorante, tío guarro! A: ¡Oiga! B: Mala suerte, departamento de quejas, me pagan por hacer esto, haber presentado la reclamación por internet. ¡Siguiente! C: Buenas, venía a... B: Sí, a presentar una queja, ya lo sé. Qué tío más burro. Sáltese los prolegómenos, haga el favor, y meta la directa, pesado. Venga, despierte, pasmao, que es usted un pasmao.


 
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