lunes, 29. agosto 2005
Jaime, 29 de agosto de 2005, 10:45:29 CEST

El calamitoso sistema educativo actual


Pocos dudan de que el mundo de hoy en día es un completo desastre cuya decadencia y perdición son más que evidentes. Pero incluso de entre esos pocos que dudan, la mayoría está de acuerdo en que el sistema educativo actual es ruinoso y está convirtiendo a los niños –nuestra materia prima más preciada—en nueces huecas obsesionadas por las marcas y los politonos. Los niños de hoy en día no saben nada. Absolutamente nada. Por ejemplo, el otro día le pregunté a un niño por la capital de la Unión Soviética y el chaval me dijo que no existía. ¿Cómo no va a existir, con lo grande que es y con lo comunistas que son? Si ellos mismos hablan del socialismo real. Pues esto es culpa de la Logse. Más: el otro día un amigo del bar me comentaba que sus hijos son incapaces de distinguir un Talgo de basculación única de los clásicos Talgo E100 con refuerzos de acero. ¿Qué clase de juventud es esta? ¿Qué harán cuando tengan que coger un tren? ¡¿Preguntar al revisor?! Deberían enseñarles estas cosas en el colegio. Pero, claro, se pasan el día con las consolas, con lo poco sano que es eso, que acabarán con cáncer de hígado. Yo salía a jugar a la calle con mis amigos, y no como ahora, que no salen de la habitación. Hasta que a uno de ellos le atropelló una furgoneta y se quedó parapléjico. Pero eso es lo de menos: disfrutó de una infancia sana y activa, que sin duda le ayudó a triunfar como adulto. Actualmente es alcaide de una prisión tejana. Y todo el día comiendo hamburguesas y coca-cola y soja. Están gordísimos los niños de hoy en día. En mi época disfrutábamos de una forma física envidiable. En mi barrio, pocos son los que no tenemos al menos un diploma olímpico. Yo soy medalla de plata en barra fija. Apoyo el codo, pido un café y un croissant y no me muevo de ahí en toda la mañana. Por no hablar de lo poco que se lee. En mi época, si no leía al menos un libro por semana, mis padres me daban una paliza. La letra con sangre entra, dicen, y vaya si entra. Insisto en que no tengo nada que ver con las agresiones a escritores de las últimas semanas. Pero se lo tenían bien merecido. Qué pena de juventud. El día de mañana ni siquiera serán capaces de organizar una guerra como es debido. Al menos yo no estaré aquí para verlo. Me pienso mudar a Noruega. No es que allí las cosas estén mejor, pero como anochece antes, se ve más oscuro y todo resulta más llevadero.


 
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