jueves, 20. enero 2005
Jaime, 20 de enero de 2005, 9:44:37 CET

El sarrillo de las enciclopedias


Al parecer, internet y sobre todo Google están asesinando a sangre fría y sin contemplaciones las enciclopedias. Entre otras cosas, claro. Poco que objetar. Yo no puedo llevarme una enciclopedia al trabajo, pero sí que puedo consultar un buscador desde la oficina. Y no sólo encontraré una biografía de treinta líneas de Schubert, sino que daré con un millón de páginas que incluyen información de todo tipo, incluidas cosas que desearía no haber descubierto jamás, como una selección de sus obras en midi. Ahora, todo tiene sus desventajas, por pequeñas que sean. No me refiero sólo a los midi, ni a eso tan manido de la posible falta de fiabilidad. Sino más bien a los ratos que uno puede perder con las enciclopedias. Me voy por ejemplo a buscar a Schubert y me encuentro con José Luis Sert. Me detengo por curiosidad y me entero de que este hombre diseñó la embajada de Estados Unidos en Bagdad. Luego tiro para adelante y me llama la atención la foto de un tal Siaka Stevens, que resulta ser uno de tantos dictadores de Sierra Leona. Entonces me doy cuenta de que voy en dirección alfabética contraria, así que doy marcha atrás para dar con la palabra "sarrillo". Aterrado ante la posibilidad de que se trate de una enfermedad que me está matando lentamente sin yo saberlo, me detengo a leer la definición: "Estertor del moribundo". Casi, pero no. Menos mal. Finalmente encuentro a Schubert, que comparte página con Schönberg, quien aquí viene además retratado por Kokoschka. Sin duda, Google es más cómodo y rápido que cualquier enciclopedia. Además, tiene la ventaja de carecer de vendedores como los de la Enciclopèdia Catalana. Pero los que somos algo despistados acabaremos echando de menos estos paseos y estas pérdidas de tiempo durante los que al menos uno no iba tropezando con midis. Sí, una tontería, pero, en fin, podría ser peor; al fin y al cabo, hay gente que lee diccionarios, comenzando por la A y acabando por la Z.


 
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