sábado, 2. octubre 2004
Jaime, 2 de octubre de 2004, 0:53:20 CEST

¿Y los niños? ¿Es que nadie piensa en los niños?


Para comenzar, aclaro que no tengo nada en contra de los zurdos. Es más, algunos de mis amigos lo son. Ahora, es innegable que ser zurdo es una desventaja: tienen problemas con las tijeras, con los cambios de marcha, con los cubiertos, con los pupitres, con las plumas estilográficas. Con casi todo. También hay que recordar que el lado dominante del cerebro de los zurdos es el derecho, y no el izquierdo como en el caso de las personas normales. Por tanto, ser zurdo es al fin y al cabo una malformación. Esto no quiere decir que los zurdos sean inferiores a los demás. Sólo que tienen una deficiencia que hay que comprender y compadecer. De todas formas, una cosa es ser tolerante -y yo lo soy como el que más- y otra bien distinta celebrar y fomentar lo que no es más que una tara. Puede que sea cierto que algunos zurdos consiguen cuanto se proponen -sólo hay que pensar en Bill Clinton, presidente de Estados Unidos-, pero no hay que olvidar que tienen una inclinación hacia lo siniestro, como la propia etimología indica -sólo hay que pensar en Bill Clinton, acosador sexual de Estados Unidos. Y es que hay que tener presente que sus problemas de adaptación no son culpa solamente de no poder utilizar como es debido algunas herramientas. No es casualidad que lo bueno se asocie a la derecha: los partidos conservadores, ser diestro en cualquier actividad, o el Derecho (las leyes), por ejemplo. Y al revés, lo malo se asocia a la izquierda: el comunismo, lo siniestro, esa hipócrita perfidia que consiste en tener mano izquierda. En definitiva, vivir en un mundo pensado por y para diestros no es fácil. Hace falta mucha fuerza de voluntad para no sentir resentimiento hacia una sociedad en la que uno no se siente aceptado. Sobre todo cuando el resentimiento a esa persona le viene por naturaleza. Esta tendencia sin duda puede corregirse si se sitúa al zurdo en un clima sano. Por eso estoy en contra de que los zurdos se casen entre ellos. Como mucho, los matrimonios han de ser mixtos. El amor es ciego y si un diestro se enamora de una persona que usa la mano izquierda, no hay nada que hacer aunque amigos y familia intenten evitarlo. En todo caso, el diestro ha de procurar que su pareja no se salga del buen camino. Teniendo en cuenta el más que probable origen genético de esta malformación, si este matrimonio decide procrear, tendrá que andarse con cuidado y ser consciente de las consecuencias. Pero tampoco podemos prohibírselo. A quienes sí podemos impedírselo es a los matrimonios entre zurdos. Las posibilidades de que el niño nazca con esta minusvalía son demasiado elevadas como para no tenerlas en cuenta. Por supuesto, tampoco creo que sea razonable plantearse la posibilidad de que una pareja de este tipo adopte. Simplemente porque hay que tener en cuenta los derechos del niño, persona absolutamente indefensa a la que hay que proteger con el máximo celo. Sí que es cierto que contra los genes no se puede hacer nada y que si un niño nace zurdo, no se le puede corregir. Al menos, no se le puede corregir del todo: por mucho que aprenda a escribir con la derecha, un zurdo nunca dejará de ser un zurdo. Sin embargo, no hay que olvidar que los niños necesitan unos patrones claros de conducta. Si un chico diestro ve a sus padres escribiendo con la izquierda, crecerá con la idea de que eso es lo correcto e incluso podría desarrollar la tendencia a imitarlo. Aún no hay estudios concluyentes sobre niños adoptados por padres zurdos, pero deberíamos ser extremadamente cautelosos antes de tomar una decisión tan grave y que puede afectar tanto al conjunto de la sociedad. Y es que hay que tener en cuenta que la humanidad y, por tanto, la civilización, siempre ha sido mayoritariamente diestra. Si se permite la proliferación de los zurdos sin un control adecuado, podríamos socavar los cimientos de nuestra cultura. Yo no me preocuparía excesivamente por los derechos de los zurdos. Claro que los tienen, aunque la expresión resulte paradójica. Pero no podemos permitir que entren en colisión con los derechos de la mayoría. De una mayoría que no tiene que avergonzarse por ser normal. Ah, y de los ambidextros no hablo, porque creo que lo suyo es simplemente vicio y por tanto no tiene excusa.


 
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