jueves, 19. agosto 2004
Jaime, 19 de agosto de 2004, 10:40:36 CEST

Dejádselo a Jaime


Decía Ciryl Connolly en La sepultura sin sosiego que nada más comenzar un viaje ya quería regresar y que, una vez de vuelta, sólo pensaba en marcharse de nuevo. Pues eso, qué asco de operación retorno, oiga. Y es que soy una persona decente y, en consecuencia, esto de volver al trabajo me sienta como una patada en el hígado. Este año, la incomodidad y el disgusto son tales que creo que ha llegado el momento de replantearme mi carrera -es un decir- profesional -es otro decir. Necesito nuevos retos y ocupaciones que estén a mi altura. O sea, a una altura menor que los retos y ocupaciones que ahora me atañen por contrato. Quiero además aprovechar el blog para ofrecer mis modestos servicios. Sí, son muchos los bloggers que se ofrecen como diseñadores de páginas web o como escritores freelance y no sacan ni un duro. Pero no va por ahí la cosa. Lo de diseñar es mucho trabajo -sobre todo cuando uno no tiene ni idea- y escribir es tan fácil que yo debo ser el único europeo sin libro publicado en su currículum. En realidad yo me ofrezco como lector a sueldo, una tarea relajada y sencilla. Por una módica cantidad siempre negociable según el peso -en todos los sentidos- del volumen, me comprometo a leer un libro y a entregar un completo informe al respecto. Este breve documento permitirá a mis clientes conversar en cafés, almuerzos y cenas sobre los títulos de moda sin tener que perder horas valiosísimas en pasar la vista por esas páginas llenas de letras. El informe incluirá un breve resumen en el que se resaltarán los momentos más interesantes, unas cuantas citas, que siempre vienen bien, y cualquier otra información que el cliente pueda requerir. Este servicio es especialmente útil para columnistas y demás escritores. Porque, teniendo tanto que escribir, uno no puede perder el tiempo leyendo. Además, hay pocas cosas que hagan quedar mejor a un reputado plumilla que mostrar a los lectores lo muy leído que es uno. Que sea mentira es lo de menos. Del mismo modo, también me ofrezco como visitador de exposiciones, asistente a películas en versión original subtitulada, público de obras de teatro más o menos alternativas, e incluso como crítico gastronómico particular. Lo único que no estoy dispuesto a hacer es asistir a conciertos en los que uno no pueda sentarse. Ah, antes de que se me olvide y como se suele decir en estos casos: seriedad y discreción. Visa, de momento, no, pero todo se andará.


 
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