lunes, 14. abril 2003
Jaime, 14 de abril de 2003, 0:04:04 CEST

Psicología infantil


Hace ya unos añitos, el psicólogo del colegio de mi prima Laura hizo que todos los niños de su clase dibujaran a su familia. Mi prima dibujo a su madre mucho más alta que a su padre, así que tanto el psicólogo como su tutora decidieron concertar una entrevista con mis tíos, preocupados porque creían apreciar que mi prima menospreciaba a su padre o, quizás, parecía depender demasiado de su madre. Me gustaría haber visto la cara de estos profesionales de la educación cuando vieron a los padres de Laura y se dieron cuenta de que mi tía le saca ocho o nueve centímetros a mi tío. El hermano menor de la niña, Sergio, también ha tenido sus problemas por dibujar a su familia. Sergio es un chaval muy revoltoso y da muchos problemas en el colegio (no en casa), así que los profesores recomendaron a mis tíos que lo llevaran a una psicóloga. La psicóloga le obligaba a dibujar alguna cosilla cada vez que se veían. Lo típico: una casa, sus padres, sus amigos. Pero a Sergio nunca le ha gustado dibujar y cada tarde salía asqueado de la consulta. Sin embargo, el último día que fue aseguró que se lo había pasado en grande. Mis tíos ya se temían algo cuando la psicóloga les hizo pasar a su despacho y comenzó a hacer una serie de preguntas que no había hecho hasta entonces. Que si cómo era el entorno familiar (que, por cierto, es muy bueno), que si cómo se llevan los dos hermanos (que, por cierto, se llevan bien) y demás. Así, hasta que la psicóloga les enseñó el dibujo que había hecho el niño: mi tío salía sentado en el sofá, tan tranquilo; mi tía aparecía gritando, asustada, y en el suelo estaba Laura, en un charco de sangre. Nada raro en un niño cuyos caramelos favoritos son las gominolas con forma de gusano, pero a ver quién se lo explica a la buena señora.


 
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